"Los BEATLES eran unos muchachos maravillosos"

Buddy Dresner*, Jefe de Policía, fue el hombre que cuidó
a John, Paul, George y Ringo durante su histórica visita
a Miami Beach en febrero de 1964 y convivió con ellos
días inolvidables, de los que nos cuenta en entrevista exclusiva,
la primera que aparece en español de la experiencia.

Entrevista por PEPE FORTE, publicada en abril de 1999
en MERCADO del DISCO. Foto principal del autor.

En febrero de 1999, exactamente 35 años después de la primera visita de The Beatles a Estados Unidos, conversé con un hombre que experimentó en 1964 diez días de vivencias inapreciables, que hoy decoran sus recuerdos. Buddy Dresner, Jefe de Policía de Miami Beach, tuvo la responsabilidad de cuidar a John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr durante su presentación en el Ed Sullivan Show, en control remoto televisivo desde el Hotel Deauville, en el célebre balneario de la Capital del Sol. Para evocar aquellos momentos, Buddy, jovial y conversador, me recibió en la casa de su sobrino Jack en Kendall, en el Sur de la Florida —justo vecino mío— y me contó de primera mano de quienes él siempre llama ‘los chicos’.
Los Beatles con Buddy Dresner —vestido de oficial— en febrero de 1964, en Miami, Florida. (Cortesía de la familia Dresner)
 

Buddy recuerda desde su mecedora:
—¿Los Beatles..?, yo los había visto en televisión, pero no tenía idea de quiénes eran. Yo trabajaba en el hotel Deauville, de madrugada. Escuché por las noticias que habían aterrizado y, ya sabes, las chicas gritando. Yo tenía 48 años. La cosa comenzó cuando tocaron a mi puerta a las 8 de la mañana. Acababa de llegar a casa y estaba tratando de dormir. Mi esposa se había ido a trabajar. Abrí. Era un gendarme y me dijo que llamara a la Estación de Policía. Llamé y, oh my God!, el Capitán me dijo, ‘esté en el hotel a las dos de la tarde, que usted va a cuidar a Los Beatles’. No dejes que les pase nada antes del show de Ed Sullivan, ni nada que meta en aprietos a la Policía'. ¿Qué más quiere que haga por 3 dólares la hora?’ (que era lo que yo ganaba entonces), le pregunté.

Los Chicos de Liverpool aterrizan procedentes de New York en el Aeropuerto Internacional de Miami el 13 de febrero de 1964, a bordo de un DC-8 de National Airlines. Más de 7 mil chiquillos —chiquillas histéricas y chillonas, más bien— les esperaban en la instalación, a la que causaron miles de dólares en daños a puertas, cristalería y mobiliario. El estacionamiento del aeropuerto y su alrededores se convirtió en un caos, porque los fans dejaron los autos sobre la grama, bloqueando las salidas, etc. Miami no tenía policías suficientes ni camiones de remolque para poner orden en la situación. (Foto cortesía de Don Boyd).
 

Una cena en casa con Los Beatles:
—Comencé a cuidar a Los Beatles todo el tiempo. Muy tarde en la noche me iba a casa. Pero una madrugada, a eso de las 3:30, le dije a Harrison, ‘hey, George, ¿tienes una cama vacía en tu habitación?, esta noche tendrás un roommate’. ‘¿Quién es?’, me preguntó. ‘Yo’, le dije. ‘¡Maravilloso!’, me contestó. Entonces traje ropa. Me duchaba allí, comía allí. Nos hicimos muy amigos. Pero comencé a extrañar mi hogar. Le pregunté a los chicos si querían ir a mi casa a cenar. ‘Extraño a mi esposa y a mis hijos, y la comida de casa’, les dije. ‘Y además, ya estoy aburrido de estarles viendo la cara todo el tiempo...’ Les pareció fabuloso. Y así fue como Los Beatles cenaron en mi casa. Ellos no podía creer que mi esposa había cocinado aquel roast beef con patatas hervidas y todo. Me ayudaron con mis hijos, Ringo cortaba la carne, mi hija estaba sentada al lado de Paul... Los de la prensa británica llegaron y me preguntaron si podían tomar unas fotos. Les dije que sí, siempre que me enviaran unas copias. Y me dijeron ‘oh, yes, yes, yes..!’ Le tiraron un millón de fotos al roast beef y a la torta de fresa. La cena había costado como 50 ó 60 dólares, un montón de dinero para una comida entonces. ¡No me enviaron ni una foto..!

No se querían marchar de Miami, según Dresner:
—El show se acababa a la noche del domingo. Sullivan costeaba las habitaciones sólo hasta el lunes. Y Los Beatles se tenían que ir, ¡pero no querían! ¿Qué podía hacer? Mi jefe me dijo, ‘pues ése es tu trabajo’. Sullivan y Brian Epstein se iban y los chicos no tenían un centavo. Entonces se me ocurrió llevarlos para la casa de un amigo mío en Star Island. Allí había una piscina y mi amigo** los sacó al mar en su gran yate. La pasaron muy bien, y yo les presenté unas muchachas. Lennon estaba casado con Cinthya Powell, una mujer encantadora que viajó también a Miami. Todo el mundo los invitaba. Se la pasaron de barbeque en barbeque. Se quedaron fascinados con el rosario de islas de Miami Beach. Lo que querían era hacer mucho dinero para comprar una isla. Fue entonces cuando yo les dije, ‘miren, muchachos, si ustedes son listos, ahorren dinero. Ustedes van a hacer un disco, quizás dos; después, se acabó y nadie se va a acordar más. Ése es mi consejo’. ¡Imagínate eso! Eso fue lo que yo les dije. Así que si quieres saber quién va triunfar en el show bussiness... ¡pregúntale al viejo Buddy!

Recuerdos tangibles:
Las cartas y las notas que Los Beatles dejaron a Buddy Dresner, estuvieron en el Hard Rock Cafe de Orlando, pero hoy se exhiben en las paredes del de Miami. Dresner continúa rememorando:

—Ellos no tenían nada que darme. Así que me regalaron aquella rasuradora eléctrica, las notas que me escribieron y un par de fotografías autografiadas. Después me escribieron un par de cartas. Están en el Hard Rock Cafe de Miami.

Cómo eran:
—Paul y George —recuerda Buddy—, hacían una excelente pareja. Los vi ensayar varias veces. Solían mirarse y sonreír, y entonces las chicas se volvían locas. Ellos lo sabían y lo hacían todo el tiempo. John era muy inteligente, muy profundo, muy maduro. Tenía mucho por dentro. Hablamos de política, religión y filosofía, aunque teníamos diferentes puntos de vista. Cuando me enteré que lo habían asesinado, lo primero que pensé fue, ¡qué pena, qué desperdicio que mataran a un hombre así! Ringo parecía siempre estar ausente. Le habían hecho unas operaciones en el vientre, no sé de qué. En la casa a la que fuimos, un día, cuando estaban junto a la piscina, los otros lo empujaron al agua. Yo creo que él no sabía nadar, ¡se moría de miedo! Se agarró al borde de la piscina, no le gustaba irse a la parte honda. Pero todos estaban fascinados con el clima de Miami, y no sabían que el sol quema. Les traje cremas para piel. Estaban blancos como la leche. Una noche, George, Paul y yo estábamos mirando una película y les dije que si yo tuviera una pistola como la que salía en la película, pues yo haría ¡zap! ‘¿Qué dijiste?’, me preguntó Paul, y yo le dije que ‘¡zap!’, imitando un disparo. A Paul le gustó y creo que después lo usaron en un canción.

(Cortesía de la familia Dresner)

¿Y después que se fueron?:
—Supe de George y de Paul, me escribieron un par de cartas. Pero nunca más de John, ni de Ringo. Pero puedo decir que eran los chicos más encantadores del mundo, con los pies muy bien puestos sobre la tierra. Limpios, decentes. Nunca les vi hacer nada impropio. Lo único que hacían era beber scotch con Coca-Cola caliente, ¡sin hielo!, y eso sí, fumar cigarrillos como loco, ¡fumaban como chimeneas, un cigarillo detrás del otro! Fueron diez días increíbles —concluye Buddy.

Un tesoro en la memoria:
Buddy Dresner se retiró hace tiempo. Hoy se dedica a leerle a los niños.

—He sido nominado como el ‘Voluntario del Año’. Le leo a niños de kindergarten hasta tercer grado. Corren a mí y me dicen ‘¡abuelo, abuelo!’ Muchos no tienen abuelos, o viven lejos. I love that!

¿Y sus chicos? Pues, felices, nos preguntamos y respodemos nosotros mismos a la vez. No todos los nietos tienen un abuelo que pueda contarles que conoció de cerca a John, Paul, George y Ringo, los Beatles, los inolvidables Fab Four de Liverpool.

*Dresner ya falleció.

**El millonario Castro, dueño del negocio de futons, que no tiene parentesco con Fidel Castro.