BOBBY CALDWELL...

llueva o haga sol

por PEPE FORTE

Publicado en MERCADO DEL DISCO No. 120/Marzo 2000

Si en alguien cabe aquello de “regreso a la raíz” es en Bobby Caldwell, a juzgar por su más reciente lanzamiento, Come Rain or Come Shine, una elegantísima inmersión en la época de las Big Bands y del más puro espíritu a lo Sinatra.
  
   Caldwell, que rara vez mostró el rostro en la cubiertas de su discos, decoradas todas con ilustraciones de distante aliento Art Deco, en 1979 barrió los charts con una canción antológica, What You Won’t Do for Love. Músico portentoso, todas las canciones llevaban su firma en música y letra, arreglos —también los vocales— e, incluso, al tocar instrumentos como las guitarras, los teclados, el bajo, y hasta los drums. ¿Cuál es la historia detrás de este genio?
  
La música en el biberón
   Bobby Caldwell nació en un auténtico nido musical. Sus padres, Bob y Carolyn, actores y cantantes que cuentan en su haber artístico con el vaudeville, Broadway y la opereta, fueron además conductores del show de televisión Suppertime, uno de los primeros programas de variedades de la pantalla de cristal en EE.UU. Bobby fue expuesto —‘adoctrinado’ tal vez— en el buen gusto musical: Cole Porter, Frank Sinatra, Tony Bennett, Mel Tormé, Lena Horne, Benny Goodman, Count Basie, Johnny Costa, Nelson Riddle y, en general, ‘sometido’ a la fabulosa era de las Grandes Bandas. La morada de los Caldwell, presidida por un grand piano, era un open house de superestrellas de la música.

En este ambiente creció Bobby, para llevar un laboratorio musical en sí mismo. En su inventario aparece la música que aprendió a apreciar en su privilegiado círculo familiar. De jovenzuelo, siguió el estilo de estrellas como Bobby Darin y Dion, temprano en los ‘60. Más tarde recibió las influencias del gospel, el blues y el sabor terroso del rock sureño —vivió en Memphis—, hasta envolverse en lo Motown, y ya en los ‘70, en el barniz de agrupaciones como Earth Wind & Fire. Pero el Bobby Caldwell que arranca en 1979 con What You Won’t Do…  es de expresión puramente ‘80, la época de torrenciales teclados electrónicos y sintetizadores —DX-7 y pandilla, supongo— sonido impolutamente grabado, aderezado de ecos y altas frecuencias, y de retozos de definida estereofonía. Un sonido coherente que habría envidiado Chicago en su etapa entre los volúmenes XVI y XVIII. Pero faltaba aflorar el verdadero Caldwell, el de la música que primero conoció. Eso es Come Rain or Come Shine. ¿Cómo llegó ahí?
 
Qué no harás por la música
   En 1978 Bobby se encontraba en Miami —había vivido en el Sur de la Florida anteriormente— y se sentía deprimido, pues su carrera no acababa de cuajar. La Sra. Caldwell vio en el periódico Miami Herald un artículo sobre un estudio de grabación y le sugirió que llamara y que reactivara sus contactos en la ciudad. Lo hizo, y de ahí salió What You Won’t Do For Love, un hit instantáeo.

Inmediatamente Bobby necesitó un agente, posición que ocupó su amigo Henry Marx, con quien estableció no sólo una pareja profesional que ya dura 20 años, sino que fundaron la compañía Sin-Drome, una disquera independiente. Enseguida, la discografía de Caldwell fructificó en magníficas placas como Cat in the Hat; Where is Love, Heart of Mine, Soul Survivor y otros, lanzando hits como Next Time I Fall, Walk on By, Let It Be Me, y otras.
     
Llueva o haga Sol
   Caldwell no es sólo un gran performer; también, una suerte de camaleón vocal. Sus registros son tan sorprendentes que a menudo parece que cantan dos voces distintas por las piruetas que hace en un solo fraseo. Pero el colmo del virtuosismo vocal de Bobby es su mimetismo con la voz de Frank Sintara. Como en Come Rain or Come Shine.
  
   Come Rain or Come Shine, que cuenta con la producción del propio Caldwell y de Henry Marx, trae 12 clásicos tan rancios como la title song, I’ve Got You Under my Skin, y The Best is Yet to Come, entre otros, además del bonus track, Come to Me que, junto con April Moon —no August Moon— son las dos únicas de su firma. (Come to Me se me antoja una especie de certificado del Caldwell de los ‘80).
  
   El CD es la tan anticipada —y segunda— excursión de B.C. por la música que traía desde niño en los bolsillos. Cuenta con celebridades tan grandes como Frank Szabo, Ernie Watts y los Berghofer, para completar una superbanda de 60 músicos. C.R. or C.S. fue grabado en el famoso Estudio A de Capitol Records, y es lo que ya venía ensayando desde discos como Where is Love, de 1993 que trae un par de cápsulas en ese estilo, Don’t Worry ‘bout Me (1939) y I Get a Kick Out of You (1934), hasta Blue Condition, que toma el título de la sentencia Tell me, why is love so fragile? It’s a blue condition, de la canción Loving You. Come Rain... está repleto, de borde a hoyo, de ese feeling.
 
   Come Rain or Come Shine es un disco finísimo, que hace pensar que el espíritu de Sinatra se metió en el cuerpo de Bobby —y, a riesgo de irreverentes, desear que no lo exorcicen—.
  
   En lo personal, no voy a mentir: aunque fascinado —mas no sorprendido; el talento de Caldwell ha sido largamente evidente para mí— por Come Rain or Come Shine, prefiero al Bobby de los ‘80. Es cuestión de edad. Tengo 42 años. Y estaba en mis 20 y cuando escuché por primera vez What You Wont’ Do for Love y en mis 30 Once Upon a Time. Pero ya he puesto a buen recaudo a este disco de sepia carátula... porque yo también —lo sé— voy a regresar, y con ganas, a la raíz caldwelliana, a esas piezas timeless que conforman la música de los 30 y los 40. Y, por aquello del lastre generacional, lo voy a hacer a través de Bobby... llueva o haga Sol.


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