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Impresiones sobre el PANORAMA AUTOMOVILÍSTICO del gigante asiático

 

A través de una visita a Shanghai y a Beijing

por Pepe Forte/editor de iFriedegg.com y conductor de AUTOMANIA, programa radial dominical de automovilismo por WQBA 1140 AM, una emisora de UNIVISIÓN RADIO.

18 de septiembre de 2008 • Extenso reportaje fotográfico debajo.

Todas las fotos son del autor. All rights reserved/Pepe Forte ©2008

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Comencemos con una paradoja: se considera que el antepasado del hombre avanzó cuando se irguió y dejó de andar en cuatro patas para hacerlo en dos. Pues bien, en lo que a ruedas respecta, dejar de andar en dos de ellas para hacerlo en 4, es lo que representa la evolución.

Durante años y años, en lo que al invento más grande de la humanidad se refiere, el número 2 ha tenido un gran protagonismo en China. En el pasado, los carruajes y carromatos chinos corrían mayormente sobre dos ruedas. Más contemporáneamente, millones de chinos se han transportado en bicicleta. No son los únicos. Los vietnamitas lo hacen también aunque más que pedalear sobre el biciclo lo empujan porque lo utilizan a modo de espuerta. Y en Europa, Holanda es sinónimo de bicicleta, pero más a lo cool lifestyle.

 
 

Una visita a China durante el otoño del 2008 expuso a este servidor a un panorama de rodaje distinto del de apenas hace una década, una escena cambiante que aunque aún conserva mucho de lo que conformó la imagen callejera de las grandes ciudades del milenario país, hoy muestra una dirección distinta.

 
 

China se motoriza
No por gusto utilicé en el párrafo precedente la palabra 'panorama'. Visité China apenas una semana después de concluidos los Juegos Olímpicos de Beijing para observar el paisaje automotriz del gigante asiático. La palabra panorama me da la posibilidad de englobar lo mismo el mercado que la industria del automóvil, así como su uso y características allí. Estuve básicamente en dos grandes centros urbanos: la cosmopolita ciudad de Shanghai, y la capital, más conservadora. También viajé a otras ciudades —más grandes o más pequeñas— al Sur de Shanghai. Y una rápida mirada a ese panorama enseguida revela una conclusión: que China está dejando de andar en dos ruedas para hacerlo sobre cuatro.

 
 

Todavía hay bicis
Naturalmente que el protagonismo de las bicicletas no ha desaparecido, y aunque el que visita China por primera vez se topa en las cuidades con un agobiante enjambre de éstas, los números indican que en el último decenio millones de chinos han dejado de pedalear para oprimir el acelerador de un vehículo automotor. Lo dicen las estadísticas y también se lo aseguran al visitante preguntón los ciudadanos bien enterados de las realidades de su propio país. Algunas de ellos me anticiparon que —habiendo aterrizado por Shanghai para cerrar el periplo en Beijing—, vería más bicicletas y ciclistas en la capital. Sin embargo, personalmente, quedé bajo la impresión contraria.

Una diferencia notable entre las dos ciudades es que en Shanghai vi muchas bicicletas eléctricas y mopeds o motocicletas de bolsillo del mismo estilo, tipo plug-in. Es decir, de recarga en casa. Así, el ciudadano chino se ha adelantado a lo que parece será el modus operandi del automovilista de Norteamérica cuando se popularicen los vehículos de enchufe a la red.

Algo que salta a la vista es cuán viejas son todas las bicicletas que ruedan por la ciudad. Al preguntar me dijeron que la ciudadanía evita comprar bicis nuevas porque son pasto inmediato del robo callejero. De modo que existe un gigantesco mercado de reciclaje de biciclos de uso.

 

 

Ahora, respecto del panorama automotriz, el de Shanghai es similar al de Beijing, aunque con el condimento de contemporaneidad que le caracteriza. Shanghai, convertida hoy en un cóctel que combina el espíritu de París con New York, y de desarrollo asombrosamente veloz, delata la presencia de más dinero. Se nota en su floreciente arquitectura, en el ritmo de la propia calle. Los pequineses, más aferrados a las más auténticas raíces chinas, dicen de los habitantes de Shanghai que éstos son los franceses chinos, insinuando que ostentan ese irritante orgullo citadino que denigra al provinciano —¡a contrapelo de que Beijing es la capital!—. Lo que ocurre es que más allá del empujón que los Juegos Olímpicos le dieron a lo que antes llamábamos Pekín, Shanghai, sin duda, la rebasa en modernidad y en movimiento financiero. Y eso también se manifiesta en su panorama automovilístico. ¿Un indicador de esto a ojos vistas?: A pesar de que también se les ve desandar Beijing, uno nota más Audis o BMWs en Shanghai que en Beijing.

 
 

Los autos en China
He de confesar que esperé ver más autos pequeños en China; un panorama semejante —por ejemplo— a la Roma o Londres de los años 70, plagadas de Fiat y Mini Coopers, respectivamente. Con la excepción del Cheri QQ y algún que otro auto diminuto, lo que prima en las calles de las ciudades que visité son los sedanes midsize. No estoy diciendo que no los haya porque no los vi, pero lo cierto es que no encontré ningún Smart, excepto la la copia china de éste y eso, una sola vez. Mercedes-Benz se ve poco —en comparación con Audi, a nivel casi epidémico—, y vi mas autos Honda que Toyota. Y como siempre pasa, descubrimos modelos allá que en Estados Unidos no se venden. Resultó curioso que el Honda Odyssey de China no es la minivan de acá, sino una especie de crossover, delicioso en líneas y que por su anatomía debe ser muy placentero de conducir y usar.

Se ve mucho Volkswagen, y en una apartada barriada de Beijing hallé un Jeep Cherokee de a finales de los 90 con un grill distinto al de EEUU. I'm sorry, pero como un buen pez que se le escapa al pescador más mentiroso, no pude tomarle una foto...

 
El Chery QQ. Todo el mundo aspira en China a tener uno por su gran economía en todo sentido. De producción nacional, el sencillo autito sin embargo, no carece de caraterísticas de coche de más porte, como acceso remoto sin llave (keyless entry), cuyo sistema además controla a distancia la operación de las ventanillas eléctricas.
 
 

Tampoco se ven muchos vehículos diesel, como ocurre en Europa. En la decena de días que estuve allí —durante la primera quincena de septiembre del 2008—, la gasolina promediaba unos $3.00 el galón. En aquel momento era más barata que la anunciada en las marquesinas de la estaciones de servicio de Estados Unidos (China utiliza el Sistema Métrico Decimal; la gasolina se mercadea en litros).

 
 

El sistema de transporte colectivo de las dos grandes ciudades chinas que visité es muy bueno y sorprende cómo puede drenar diariamente las necesidades de traslación de millones de habitantes (Shanghai tiene una población de 22 millones, mientras que Beijing alrededor de 10). Ambas urbes cuentan con eficientes sistemas de metro y Shanghai, para propósitos de lo que en EEUU se le llama commuting, se favorece del MagLev (que significa MAGnéticamente LEVitante) un moderno tren desarrollado y fabricado en China, el más rápido del mundo hoy. Conocido como el Shanghai Transrapid, el tren levita y se mueve animado por un sofisticado sistema de campos magnéticos. No tiene ruedas. El Maglev  se inauguró en el 2004 y es capaz de alcanzar 220mph. Este vector ferroviario disipa algunas necesidades de transportación de la suburbia y sirve eficazmente al aeropuerto internacional de la ciudad, Pudong. Pude viajar en él de noche, cuando la velocidad máxima permitida en horas de explotación nocturna es limitada a 300kmh (unas 185mph); de día, es más rápido. Sin duda, es más veloz que el TGB francés, el ICE alemán y los trenes rápidos ingleses, pero en ninguno de ellos vi en el display de la cabina de pasajeros los 301kmh que me mostró el Maglev una noche en Shanghai.

 
El MAGLEV es considerado hoy el tren más rápido del mundo.
 

Los taxis chinos
El sistema de autobuses con unidades de fabricación China es también muy eficiente. Los taxis —cuya tarifa es verdaderamente barata, por lo menos para el visitante extranjero— son abundantísimos y la mayoría de ellos son Hyundai o Volkswagen Santana. El taxista va aislado de los pasajeros por una cabina de plexiglás que envuelve sólo la butaca del conductor, así que no consiste en un tabique transparente como en los taxis de Estados Unidos o Inglaterra. Esto posibilita que los pasajeros también puedan viajar en el asiento delantero. Y casi al amparo de lo anecdótico, en Beijing ruedan taxis LTI —los típicos ingleses— que por su amplitud y fácil ingreso y egreso son destinados exclusivamente al uso de las personas incapacitadas (foto inmediatamente debajo):

 
En Shanghai y en algunas ciudades cercanas a la gran metrópolis, abundan los taxis Hyundai (foto a la izquierda del lector), y los VW Santana (derecha).
 

Los tejanos no podrían vivir en China
En las calles y avenidas lo mismo de Shanghai que de Beijing, observé SUV's, sobre todo el Prado de Toyota, muy semejante por fuera al Lexus GX470 que rueda en EEUU, aunque no metido dentro de la categoría de lujo a la que pertenece ese vehículo aquí.

Supongo que los amantes de los pick-ups no se sentirían felices en el país de la Gran Muralla porque... ¿camionetas?: No vi ninguna, aunque como ya advertí del Smart, eso no significa precisamente que no las haya.

 
La minivan más vista en China es... ¡Buick!
 

Buick por donde sale el sol
Noté un par de minivans de Chrysler en los alrededores de Shanghai. Pero el más frecuente de este tipo de vehículo es la Buick basada en lo que fue hasta el otro día el módulo de minivans de GM como la Uplander. Hay que recordar que Buick fue la primera compañía automotriz de EEUU que puso plantas y las plantas en China, y allí empezó a ensamblar el Buick Century de 1997, rebautizado como Shanghai. Buick representa la presencia más marcada de Detroit en el país asiático. La de Ford, casi nula...

 
El Buick Century se llama Shanghai GM en China. Desde 1997 estaba destinado únicamente a los funcionarios de la nomenclatura comunista del país.
 

Cash only!
El mercado automotriz chino es prohibitivo; sólo para gente rica. Después que arrancaran las reformas económicas lideradas por Deng Xiao Ping, que legara a Jiang Zemin y sostenidas hasta hoy por Hu Jintao, el país, aún bajo el manto del totalitarismo, ha permitido sin embargo el florecimiento de millonarios y de ciudadanos acomodados, que son los que pueden comprar estos automóviles... al contado. El financiamiento es prácticamente desconocido en China... gracias a Dios, diríamos casi con cinismo porque, ¿qué sería de Visa y Master Card si sólo la cuarta parte del país se declarara en bancarrota?

Y los carros son caros. Un vehículo como el Toyota Prado que mencioné arriba —cuya equivalencia sería aquí un Toyota 4Runner—, rebasa los $50 mil dólares (los chinos operan monetariamente en Yuan, cuyo cambio con el dólar favorece muy acentuadamente a este último).

 
 

Por otra parte, lo que ellos llaman "mantenimiento" —que a diferencia de Estados Unidos nada tiene que ver con los cuidados al auto— es asfixiante. "Mantenimiento" es un conjunto de cuotas que incluye el seguro, la obtención de la circulación y la matrícula, y además el pago por el derecho a usar las vías. Este "mantenimiento"puede promediar la mitad del precio de un vehículo dado.

 
 

¿El tráfico? ¡Ay!
Pero lo que llama la atención inmediatamente al visitante es el tráfico chino y el modo en que los automovilistas conducen allí. Un conductor común de los Estados Unidos no podría manejar en China. No es que el tráfico sea pesado —que lo es—, sino su naturaleza, a base de imposición. Los chinos hacen cambios de senda de repente y sin previo aviso, teniendo como premisa que el otro frene. ¿Me expliqué? Lo curioso es que empero no se nota fiereza ni agresividad en esta conducta por cuanto ése es su default, el modo "normal" en que maneja todo el país. Y esta conducta atañe no sólo a los vehículos motorizados, sino a los movidos por fuerza humana y también la practican los peatones. Resulta verdaderamente aterrador estar a bordo de un autobus de gran porte y de pronto ver cómo por delante de éste cruza a tan sólo pies de distancia una  bicicleta que pedalea una madre con su hijo pequeño sentado en la parrilla trasera. Nadie se vocea, ni se alarma, ni se sorprende por ello. Cada quien sabe lo que tiene que hacer: estar atento a frenar para que no le choquen.

En esta sopa caótica de autos, motocicletas, peatones y ciclistas, las luces del semáforo sí son respetadas, pero no las sendas... que son ignoradas por una urdimbre de vehículos siempre afanosos por pasar de una otra, aproximándose tanto entre unos y otros que sólo queda espacio entre ellos para los retrovisores laterales. Asusta, pero es así. Y sin embargo, ¡los accidentes casi no existen! Eso sí, tocan la bocina indiscriminadamente.

 
¡Un choque..! Vimos este "intercambio físico de carrocerías" en una arteria de Shanghai en el tráfico vespertino. En las ciudades chinas no hay más accidentes simplemente porque Buda es grande...
 

Las calles, avenidas y autopistas están señalizadas aunque no tan prolijamente como en Europa y, por fortuna, como en Europa y no como en Estados Unidos, las señales no son de leyenda sino de simbología (qué suerte, que yo no sé chino...).

A lo largo de los Juegos Olímpicos de Beijing y luego durante los Paraolimpics (con cuya ejecución coincidió la visita de este servidor) las autoridades de tránsito de la capital, en el afán de aliviar el tráfico esos días, establecieron que sólo circularan los vehículos cuyo matrícula en términos de número par o impar igualara el día del mes. La medida, que no aplicó a los vehículos de transportación pública, logró reducir el volumen de circulación a la mitad. A punto de terminar los Paraolímpicos, se anunció que por el éxito obtenido, las autoridades planeaban hacer permanente la regulación (¿no será esto otra manifestación del autoritarismo?).

No observé "dinosaurios" rodantes, supervivientes de la era más auténticamente comunista. Como pasa en Alemania, que todavía un turista se puede topar con un Trabant extraviado por ahí. En China, sin embargo, no vi ningún vehículo soviético o de producción nacional de aquella etapa. Lo único que hallé, y esto a modo de inocentona nostalgia lúdrica en una tiendecilla aledaña a mi hotel en Shanghai, fue un camioncito réplica de la versión china del Zil-164 originalmente ruso, que no dudé en pagar para sumarlo a mi colección integrada por precisamente un Trabant de juguete que compré en Berlín; un Smart en Roma, y un Mini Cooper en Londres.

 
A la izquierda del lector, el Zil 164 chino, de juguete. A la derecha, el original soviético. El Zil asiático era fácilmente identificable sobre el ruso no sólo por los caracteres chinos en los costados, sino porque las barras de la parilla eran horizontales.
 

Dos ruedas más...
Más allá de los enormes estacionamientos para bicicletas que todavía se ven en China —especialmente frente a los centros fabriles— el país continúa paso a paso su movida a una manera de vivir más contemporánea y occidentalizada. En los últimos 10 años, las reformas aplicadas por el gobierno en ese inimaginado pastiche de estado comunista con economía de mercado, más de 100 millones de chinos fueron sacados de la pobreza —aunque prevalecen amordazados—; pero aún quedan cientos de millones más rezagados y apartados de los beneficios de estos cambios. Si se ven muchos autos en las calles es porque son muchos los chinos, pero todavía está muy lejos el acceso generalizado de los ciudadanos del cíclope asiático a las cuatro ruedas. ¿Es factible, es viable? ¿Será bueno? ¿Qué pasará con los precios mundiales de la gasolina? ¿Cuán contaminada se volverá China? ¿Serán menos saludables y longevos los chinos en lo adelante cuando cambien la dupleta de ruedas movidas por fuerza humana por una cuarteta de ellas motorizada? ¿Cuántos chinos más seguirán usando el Bus 11, como graciosamente definen ellos a las dos piernas para caminar? Todo esto está por ver pero, por el momento, estas son las impresiones que pongo sobre el tapete tras una observación con mis propios ojos del panorama automotriz de China en pleno año de los Juegos Olímpicos de Beijing.  

 
Pepe Forte©2008. All rights reserved.
 
A continuación, impresiones gráficas el panorama automotriz chino:
 
Pura anécdota: La mayoría de los camiones que circulan por las autopistas suburbanas de China son azules (el fenómeno también es frecuente y viejo en Europa continental).
 
A pesar de la creciente motorización, el protagonismo de las bicicletas sigue siendo patente en China.
 
Lo que en Estados Unidos es el Suzuki Reno, en el país asiático es un Buick.
 
 
Izq.: Este Suzuki también se vende como Chery. Der.: Un SUV Chery ¿No se le parece al RAV4?
 
Privilegios del poder rojo: Los funcionarios del gobierno comunista en Shanghai son llevados de vuelta a casa en modernos autobuses después de la jornada laboral al final del día.
 
¿Qué marca es esta? Resulta curioso ver autos identificados únicamente con caracteres chinos. Este es el Rowe, Land Rover en China. Un auto caro que aún siendo dificil de identificar para el neófito, a todas luces se nota que es de nivel alto.
 
¿Quién podría memorizar los modelos de autobuses chinos?
 
Los concesionarios de China, al estilo occidental. Hace tan sólo unos años esto no existía en el país comunista.
 
La presencia de Ford en China es pobre. El Focus hatchback —el mismo que se vende en Europa, pero no en Estados Unidos— es acaso lo más notable de la compañía allí.
 
El Nissan Versa se llama Tida en China [izq.]; el Maxima [der.], Teana...
El Cerato, a la izquierda del lector — a ser reemplazado por el Forte—, es un nombre que, de Kia, desconoce el mercado automotriz norteamericano. A la derecha, el Honda Odyssey, un vehículo distinto de la minivan de Estados Unidos y que se parece más a la primera edición de ésta aquí, en su debut de 1995 (nótense las puertas de hoja).
 
 
Los displays de publicidad de marcas de carros son tan comunes en China como en los países capitalistas. Este es un anuncio del Volkswagen Lavida.