KIKE SANTANDER
entre dos fuegos

“Un artista latino no tiene que hacer el crossover para ser importante”

Entrevista y fotografía: Pepe Forte

Entrevista principal (cover) para la revista Mercado del Disco No.124/junio 2000

Una entrevista con el compositor y productor sobre el pasado, el presente y el futuro de la industria discográfica

Si la actividad musical latina quedara interrumpida para siempre hoy mismo, desde hoy mismo un selecto grupo de nombres integraría su historia. Entre estos nombres, de mención ineludible, está el de Kike Santander. Kike Santander, colombiano de nacimiento, médico de profesión, es una de las personalidades más prominentes del mundo de la composición y la producción musical latina. Un hombre que confiesa que nunca pensó llegar en la música adonde lo ha hecho —a pesar de tener conciencia que la música es su pasión— y cuyos juicios al respecto merecen atención. 
  
   —Se dice que vivimos el mejor momento para la música latina. Pero mucha gente opina que, comparado con el panorama musical de hace veinte años, hay crisis de valores. ¿Cómo es esto? —le preguntamos. 
  
   —Hay dos reglas de medida —explica Santander—; una, el éxito comercial y el tamaño de la industria en cuanto a volumen de venta. La otra, la parte puramente artística. Estas cosas no tienen que ir necesariamente juntas siempre. En el caso actual, vamos en la primera dirección. En este momento la música latina tiene un gran auge como fenómeno de mercado, la facturación anual es más grande que nunca, aunque este año ha disminuido porque el ¡boom! fue el año pasado. A nivel comercial la música latina está muy caliente. A nivel artístico... bueno, tengo la impresión de que el fenómeno de los años 70, el movimiento de cantautores y de artistas con trayectoria más larga, fue algo muy profundo. Pero yo no me aventuraría a dar una sentencia final todavía, sino que más bien creo que aún está por verse, es un momento por culminar. Lo que pasará en los próximos diez años, si genera o no lo que podría calificarse como una etapa verdaderamente importante en la música latina, depende del desempeño de los actuales productores y artistas. Y podría ser lo mismo un éxito a largo plazo, que un flashazo de un par de años. No hay garantías de nada.
  
   —¿Influye el crossover en el crecimiento de un artista latino?
  
   —En la parte comercial. Pero que un artista latino tenga que hacer un crossover para ser importante, no. Son dos cosas separadas. Este es un momento de apertura del oído norteamericano y europeo a lo latino, pero en ningún modo quiere decir que para que un artista latino tenga valor como artista tenga primero que ir al medio anglo. Como venta, como mercado, sí, mas no como valor. Ha habido, hay y habrá en el futuro artistas latinos que pertenecen exclusivamente al mercado latino y que no tienen que ir, en absoluto, al mercado anglo, ni cantar en inglés para tener éxito. El ejemplo perfecto es Luis Miguel, una de las mejores voces del mercado pop del siglo, que probablemente nunca cantará en inglés. El crossover más bien es un fenómeno comercial, de la industria del disco, más que un fenómeno artístico. Es un fenómeno de popularidad y de venta de discos.
  
Entre dos fuegos
   —Pero el crossover no es nuevo.  Mocedades, 1973...
  
   —Mocedades vale por la música, generó un estilo. Son un legado. Y eso no tiene que ver con que haya penetrado el Top 40. Lo que hizo Juan Carlos Calderón con ellos fue inmortal. Pero el panorama ha cambiado. La prioridad en este momento es la facturación. Hoy, en muchos casos, se sacrifica el valor artístico por el consumo masivo. Y los productos de calidad se consideran alternativos porque no impactan una masa de compradores grande. El patrón de hoy no es el de antes; antes no había una conciencia tan clara de la maquinaria comercial. Ahora se fabrican cantantes con la meta de vender, no importa si duran uno o dos años. Esto no es bueno ni malo, sólo diferente. Son productos con carreras de dos o tres años que en un breve período venden el equivalente de 30 años. Y no es esta industria solamente, es la sociedad actual. Lamentablemente, los valores reales siempre terminan supeditados a los valores económicos, es una inversión de los valores en función de la utilidad. Yo siento el conflicto de estar entre los dos fuegos, de sentir un gran amor y un respeto por la buena música, y la necesidad de vender. Yo amo la música desde mi corazón, no desde mi cuenta bancaria. Por eso he buscado mi camino para sentirme en paz conmigo mismo, tratando de hacer buena música y de lograr, a la vez, también lo otro, buscando lo que quiere la gente. Y no me estoy poniendo de santurrón, yo soy también parte del sistema, pero no por eso no dejo de ver cosas. El mundo va en una dirección equivocada. A este paso vamos a  destruir todos nuestros valores.

   —¿Hay racismo en el enfoque latino que le dan a nuestra música en el mercado anglo? Para el mercado anglo, Ricky Martin no es un artista triunfador... es un artista latino triunfador.
  
   —No, no hay racismo. Lo que pasa es que los países son como las personas, tienen su forma de ser, sus virtudes y defectos. Hay culturas con ventajas de las que carecen otras. Pero es bilateral. Cuando nosotros escuchamos la música norteamericana la consideramos foránea, y cuando ellos nos cantan en español, para nosotros son gringos cantando en español. Nosotros sentimos que nos toman y nos dejan, pero nosotros también los tomamos y los dejamos. Así que ellos también podrían pensar que los discriminamos. Es como la territorialidad de los animales. La identidad cultural tiene que ver con la necesidad de una identidad sicólogica.
  
Una nueva era
   Según cifras reveladas recientemente, 25 millones de canciones son ‘bajadas’ gratis diariamente por la Internet. Un hoyo en el fondo de la alcancía. Le preguntamos:

   —¿Cómo beneficia o perjudica a un productor musical la Internet?
  
   —El problema está en el derecho de autor. Es un fenómeno no jerárquico, sin control, una forma de caos. Para mí, la Internet es un espejo del mundo de hoy, en todo su esplendor y fealdad. Y es según cada cuál: hay quien se pierde en la Internet en lo porno, aquel en el negocio, el otro en información. La Internet no es buena ni mala, es como es. Yo no ataco la tecnología, yo me sirvo de ella. Tengo acceso a la información, comunicación, intercambio. ¿La industria?, saldrá airosa en cuanto terminen las unificaciones. A las disqueras les ha dado trabajo controlar una tecnología que es más rápida que ellas. El cambio del sistema tradicional de venta de música material al sistema digital, tomará sólo unos años hasta que la industria tenga el control sobre el derecho de autor. Claro, siempre existirá piratería.
  
   —¿La Internet te está generando hoy algún beneficio directo?
  
   —Todavía no, pero muy pronto.  Mis planes incluyen integrar la industria a ese nivel. La Internet tiene un potencial enorme, para el marketin’ es fabulosa. Y con control, el mercado será gigantesco, la comunicación directa con los compradores, magnífica. Tiene muchas ventajas. Lo que pasa es que estamos en un proceso de cambio, estamos pasando de una era tecnológica a otra y el cambio implica traumas.
  
   Estas son las opiniones de Kike Santander, el hombre que —no lo niega— prefirió la familia antes que la carrera de cantante.
  
   —Yo quiero ser un buen papá, un buen esposo, un buen hijo. La composición y la producción me permiten combinar mi pasión por la música con la vida de familia.

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