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Lincoln MKX: Tan cordial como un buen amigo

La versión más distinguida del Ford Edge a través de la interpretación de lujo de Lincoln. Asequible, gentil, manejable, se siente más amistoso que los crossovers de la cuarteta de GM.

por PEPE FORTE/Editor de iFriedegg.com


Desde hace un par de años, Ford Motor Company amplió su panoplia de vehículos conocidos como crossovers, después de haberse estrenado en el segmento con el Ford Freestyle, hoy rebautizado como Ford Taurus X. Esta ampliación es la que tuvo lugar con el debut de un auto genuinamente de este tipo —el Ford Edge— y más recientemente, la compañía ha redondeado la colección con el magnífico Ford Flex.

Es de todos conocido que Ford Motor Co. se ramifica en tres divisiones: Ford como tal, ubicada en el escalón primario; Mercury en el medio, y en la plaza más alta, su línea de lujo, Lincoln.

Al Ford Edge, la compañía decidió ponerle papel carbón con ribetes de distinción y así nació el Lincoln MKX, que por tanto es una reinterpretación de ése á la Lincoln y, por tanto, de lujo.

Primero que hay que decir que los dos primos se erigen sobre la plataforma del Mazda 6 —que sirve igualmente de base al Ford Fusion y por extensión a sus parientes el Mercury Milan y el Lincoln MKZ— y que también representa la base a los crossovers Mazda CX-7 y CX-9. Este último con el mismo marco pero más estirado para mayor distancia entre ejes con tal de poder agregar una tercera fila de asientos. Pero las semejanzas y el ADN entre los demás y el MKX termina ahí, porque este Lincoln es un Lincoln con todos los detalles y características que certifican su genuinidad.

El Mazda CX-7 y el Mazda CX-9 están en la estirpe del Lincoln MKX.
 

Normalmente, cada vez que —como ocurre con el Fusion, el Milan y el MKZ— Ford completa una tríada las semejanzas, sobre todo en el diseño interior, son notables y los elementos son compatibles entre el Ford y el Mercury, mientras que el Lincoln siempre se separa un bastante de estos dos. Con el MKX ocurre lo mismo, y aquí sí son más marcadas las diferencias por cuanto se trata únicamente de una dupleta: no existe un vehículo Mercury de este estilo.

No es un secreto que —quizás gobernado por el sedan full size Towncar— los autos de Lincoln se enmarcan con más fuerza en una demográfica de edad más avanzada y por tanto más conservadora, ello muy notable en su gusto interior. Para empezar con nuestro análisis desde dentro, tenemos que decir que sobre este particular el MKX no se separa de tal espíritu. No se puede decir que el MKX es un reetiquetado del Edge, porque una simple ojeada al interior enseguida nos anuncia que estamos a bordo de un Lincoln. Predominan las líneas rectas a las que Lincoln en términos generales no ha renunciado casi a a lo largo de dos décadas de redondeces exteriores —patrón del que Ford fue compañía pionera con el Taurus de 1985— y de contornos envolventes adentro. El MKX es en la pizarra todo lo recto que puede ser un carro hoy... o un Lincoln, y como un Lincoln, el horizonte simula ser más alto. La puerta de la guantera es plana —al modo de ahora; es decir, que no tanto— y la ubicación y apariencia de los detalles en madera son puro Lincoln también. La bóveda que alberga los relojes principales no es del tipo más o menos semicircular que se ve en el Edge, sino más angular. En dos palabras, es distinta. En fin, lo que se ve aquí comparado con el Edge, es lo que se ve en el MKZ comparado con el Milan y el Fusion. Y no se puede olvidar decir que tampoco hay parecido con los "familiares de tercer círculo", los Mazdas CX-7 y 9. Sin embargo, a pesar de este interior típico de Lincoln, supuestamente favorito de cabelleras canas, el MKX se percibe juvenil.

A la izquierda del lector, el interior del Ford Edge. A la derecha, el del Lincoln MKX. Las diferencias en el tratamiento de la consola central, la relojería, y la pizarra en general entre uno y otro vehículo son notables. Naturalmente, las proporciones se mantienen.
 

El Edge y el MKX se parecen más por fuera que por dentro, aunque exteriormente usted halla de inmediato las características de Lincoln. Como la parrilla niquelada de nutrida trama, y sobre todo un tercio trasero encantador, muy 'americano', con una lámpara totalemente roja a todo lo ancho del auto que une a las luces de atrás en los extremos. Este es un toque de distinción medio retro, que recuerda esta modalidad de iluminación trasera de los fabricantes de Detroit muy en boga desde los años 60, que pasó con fuerza a la década del '70, y que perduró aún en los 80, aunque ya más tibiamente. El Lincoln MKX pertenece a ese exclusivo club de autos que cuenta con una bella parte posterior —cualquier similitud con Jennifer López es pura y respetuosa coincidencia (mire que no necesitamos querella con Marc Anthony)—. Dicho esto, insistimos en que la parte trasera del Lincoln es probablemente la mejor dibujada de todo el vehículo, la mas contemporánea y la responsable de dotarle de una sensación de indiscutible dinamismo.

El Ford Edge es el pariente más cercano del MKX.
 

La impresión de manejo es favorable, en términos generales. Su conducta de desplazamiento es igual a la del Ford Edge y esto era de esperar. La postura de conducción es agradable aunque la distancia máxima entre el chofer y el volante nos habría gustado que se pudiese ampliar más con el mecanismo eléctrico de corrida del asiento delantero. No creo que pueda acomodar óptimamente las piernas de personas por encima de los 6 pies de estatura, pues pronto llega a su tope. Mas posee buena visibilidad y no es tan ruidoso como otros productos Ford, en los que el sonido del motor se cuela en cabina. Familiares que viajaron conmigo y ocuparon todos los asientos de los pasajeros dijeron sentirse cómodos con las proporciones del coche y su desplazamiento, y también con su ingreso-egreso.

Huelga decir que el MKX cuenta con vestidura de piel y todos los refinamientos de un auto de su tipo. Nuestra unidad de pruebas ofrecía AM, FM y radio satelital Sirius, entrada para otro aparato reproductor de música, y el sistema exclusivo de Ford-Microsoft Sync para el audio y navegación activados vocalmente. Además: climatizador automático dual, limpiaparabrisas sensibles a la lluvia, y alarma de asistencia en marcha atrás.

Aunque el MKX se puede conseguir a un precio básico estimado de unos $35 mil, nuestra unidad de pruebas totalizaba el sticker price con $43,575 porque se trataba de la edición Limited que incluye el llamado "paquete élite" que eleva el precio ya que agrega sunroof sobredimensionado tipo panorámico, lámparas frontales adaptables, el magnífico sistema de audio THX —que emplean para su mejor sonido las salas de cine—, retrovisores con atenuador de destellos y micrófono y puerta trasera eléctrica entre otras vanidades. También, llantas de aleación cromadas de 20".

El Lincoln MKX se mueve gracias a un motor V6 de 3.5 litros que genera 265 hp, acoplado a transmisión automática de 6 velocidades. El consumo, ahora bajo los menos alentadores pero más realistas nuevos números de la EPA, indican que hace 16mpg en la ciudad y 24 en la carretera, para un gasto anual de $2,209 dólares en 15 mil millas con un  galón de gasolina a $2.80 —haga usted su propia matemática con los precios actuales—.

Cuando el MKX salió al mercado no tenía que pelear con la ahora existente cuarteta de crossovers de GM, a saber, el Saturn Outlook, el GMC Acadia, el Buick Enclave y, muy recientemente, el Chevy Traverse. Es probable que, si comparado con los dos más fastuosos de esa brigada —el Acadia y el Enclave— el producto de Lincoln quede un poco rezagado. Pero su carta de triunfo, al modesto parecer de este periodista de automovilismo es que aquellos son, hmmm... bulky... voluminosos, aparatosos, y hasta medio intimidatorios. En comparación, me parece que el MKX es más amistoso, más liviano, más obediente, más maniobrable. Al final, puede ser todo cuestión de gusto. Mas, para mí, la sensación de que un vehículo te extiende gentilmente la mano, siempre te da deseos de llevártelo a casa a presentarle la familia, como un amigo que te han acaban de introducir y del que desde el primer momento sientes una respetuosa cordialidad. Ése es el Lincoln MKX.