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Por PEPE FORTE/Editor de i-Friedegg.com
• Miembro fundador de SAMA • Conductor de AUTOMANIA
por WQBA 1140 AM Univision Radio •

Reviewed live! on AUTOMANIA on May 28/2016.
Posted on June 9/2016

Comenzó a llover de pronto con fuerza antes de entrar al auto. Las gotas eran anchas y largas cual cilindros de agua, plomizas, como si fuese agosto a las 3 de la tarde en una isla del trópico...

Pero es Miami, miércoles 18 de mayo de 2016, y son las 4 y 10 a.m.

Esta fue la secuencia: Saltar de la cama sobre las 3:45 de la mañana tras despertarse por sí solo antes que el radio-despertador suene... después de haberlo estado mirando furtivamente con ojos rojos durante toda la madrugada para saber por cuál hora iban la vida y la noche. No es desvelo; es desconfianza de la tecnología... ¿Y si no suena... o falla la electricidad?

Ducharse de nuevo —por pura rutina, porque se hizo antes de acostarnos—, beber un chocolate de pie en la cocina-comedor de casa, y —¡glup!— tragarse con él un analgésico para cortar el paso a un probable el dolor de cabeza a mitad del día y, con el maletín de las cámaras y el carry-on listos desde la víspera, subir a las 4:12 a.m. al auto que espera por ti en el driveway... justo en el instante en que te cae encima el citado chaparrón sin aviso ni truenos, que te bautiza en lo que abres la puerta del vehículo y te metes dentro. ¿De dónde diablos ha salido esta lluvia? Los hombros de la chaqueta ahora exhiben una decena de puntos más oscuros que el propio tejido azul marino, que parecen balazos, y que aspiras a que sequen en el trayecto, no fuere que los guardias de TSA te miren con recelo. A esa hora hay casi 80ºF de calor, y tú te preguntas que qué va a ser del Sur de la Florida este verano en cuanto a temperaturas de parrilla, porque todavía no estamos ni en junio.

El vuelo es a la inhumana hora de las 5:30 de la mañana, desde MIA.
 
Dejas el auto en el Park 'n Fly, abordas el microbús y a punto y en punto como es típico de Delta Airlines, sales en vuelo a la Costa Oeste, pero con cambio de avión antes en Atlanta, Georgia.

Logras upgrade a Primera Clase por tu status de viajero frecuente. Y tan temprano como a las 10 y 10 de la mañana —para ti que traes en el cuerpo el reloj de la Calle Flagler en Miami son tres horas más tarde—, aterrizas en San Francisco. Como siempre, en el área de recogida de equipaje del aeropuerto te espera la gente de Mazda para llevarte al hotel.

En la terminal área abordas ya el totalmente rediseñado Mazda CX-9 del 2016, que es justo el vehículo que hemos venido a ver aquí en evento nacional de lanzamiento.

Es una buena idea ésta que hemos vivido anteriormente en eventos con otras marcas, en que de dependiendo de la talla del vehículo en particular, te recogen en él, lo que permite un contacto con el coche como pasajero en la segunda fila de asientos —a veces en la tercera, si es un SUV grande o una minivan—, cosa que rara vez los que probamos autos ejecutamos.

Pero tenemos forzosamente que recordar que es San Francisco... y que este viaje tiene una significación especial para ti; mientras avanzas por las calles y avenidas de la ciudad hasta el hospedaje, recuerdas que estás apenas a un mes de que se cumpla un año de que aquí mismo, en otro evento de autos, tuviste un ataque cardíaco y te practicaron de urgencia una cirugía a corazón abierto. No habías vuelto en 11 meses. Ves el hospital Saint Mary en lontananza y desde la ventanilla del auto le haces una privada seña de adiós con la mano... nada, complicidades y, como todas ellas, inconfesas.

Así las cosas, en tal estado de callada intimidad, llegas al hotel. Está en la conocida intersección de Embarcadero y Mission, a un paso del Edificio del Ferry con su campanario y reloj cuyo carrillón que remeda el Big Ben, si se cuela por la ventana de tu habitación, a lo mejor esta noche no te dejará dormir. Y falta que te hace, caray...

Es el lujoso Hotel Vitale. Es la tercera vez ahí. Nos encanta.

La ubicación del hospedaje es perfecta para contemplar el espectáculo único de SanFran en tanto que el último santuario de los veteranos tranvías del país, que ruedan con preferencia en esta área de la ciudad, y cruzan de aquí para allá y de allá para acá como caracoles en su maraña de rieles incrustados en el asfalto y la telaraña de tendido eléctrico que te hace ver el cielo como si fueses un pez atrapado en la fantástica red de alambre de un pescador ciclópeo.
A pesar del cansancio por la levantada temprano y las agónicas cinco horas de vuelo entre Hartsfield-Jackson en Atlanta y SFO, como es temprano y no hay actividad hasta la socialización a las 6 de la tarde antes de la cena, empleamos un poco de ese tiempo para visitar al pie del hotel el célebre mercado sanfranciscano, que siempre garantiza una magnífica ventana fotográfica, y convenientemente sirve para "vestir" este review.
Es casi una tradición nuestra hacerlo siempre que el reloj lo permita. La primera visita aquí fue hace 10 años, para el lanzamiento de la segunda generación del Audi TT. En esa ocasión, junto a mi amigo y colega Al Vázquez, nos fuimos a fotografiar el barrio chino de San Francisco y a montar los PCC cars, para un reportaje de este servidor sobre el sujeto, que sigue y sigue acumulando material gráfico en cada turno. De aquella vez es la foto de Vázquez que sigue:

Antes de esa breve aventura, saludamos en la acera al costado de la entrada del hotel, por Mission, y en la terraza del Restaurant Americano, a tres CX's de Mazda que los organizadores estacionaron ahí para comparar, todos rojos: el 3, el 5, y el 9. Y con esta mención numérica, comencemos ya el reportaje: Falta uno... ya no hay 7.

En el año 2006, cuando todavía Mazda observaba su vieja relación con Ford que trajo vehículos compartidos a través de los binomios Ranger-Splash; Escape-Tribute y Explorer-Navajo, nació el CX-7.

El CX-7 era el homólogo del otrora debutante Ford Edge, pero con carrocerías toralmente distintas.

Un crossover bonito, el CX-7 entonces era redondeado, aunque no tanto como el desaparecido Previa de Toyota —tan ovoide que algunas gallinas creían que era su hijo—, pero de todas maneras con un cuerpo que, de agregarle aletas laterales y cola tipo velo de novia, todavía habría parecido un goldfish metálico.

El debut del CX-7, de dos filas de asientos, que incluyó opcionalmente un magnífico motor de inyección turbo, ocurrió en el otoño del '06 con la promesa de que a principios del 2007 arribaría el CX-9, igual en anatomía pero con más distancia entre ejes para albergar una tercera fila de asientos.

Así fue...

Hace unos tres años Mazda comenzó a revisar su line-up y, con la introducción del CX-5, y después del CX-3 ahora tenemos, como dijimos párrafos arriba, junto a estos dos el 9, mas no 7 (las dos fotografías inmediatamente debajo: la primera es el CX-3, y la segunda el CX-5).

¿Qué se trae entre manos Mazda, particularmente ahora con el CX-9, más allá del ropaje de encima que lo certifica en esencia como un coche de familia? Pues una movida sospechosa aunque no confesa y que se define en español con una palabra de cuatro letras: LUJO.

Yep... lujo.

Cuando a mediados de los 80 comenzó a comentarse en voz baja en los pasillos que la industria automotriz japonesa planeaba participar en el segmento de los coches suntuarios —cosa que mucha gente creyó equivocadamente (entre ella este periodista) que no tendría éxito— el rumor cristalizó en suceso con las divisiones de lujo de Toyota, Nissan y Honda, que fueron (y ¡vive Dios!, son), Lexus, Infiniti y Acura respectivamente. Mitsubishi estrenó no una línea independiente, pero sí un modelo así, el Diamante —del que ya nadie ni se acuerda—, y Mazda, más tardíamente, en 1992, retozó con el Amati, que habría sido su acápite de pompa y boato. ¿Qué pasó pues? Que en el mercado norteamericano terminamos viendo el bello Mazda 929, devenido el Millenia y... ¿luego?: Mandrake el Mago: nada por aquí... nada por allá.

Este es el Amati.
 
Este es el Mazda 929.
 
Este es el Mazda Milennia.
 

A tenor del diseño, acabado y los materiales que emplea en cabina el nuevo CX-9, preguntamos a los ejecutivos de la compañía si acaso Mazda no planea de nuevo reverdecer en el segmento de los carros de lujo... y nos dijeron en una mezcla de ambigua apología que sí les complace la idea y que el CX-9 contemple elementos que lo perfilen como tal... pero, hmmm... no.

Fuere una cosa o la otra, el caso es que nos agrada esta nueva dirección de Mazda, que vamos a ver si como hizo Hyundai con el Azera y más tarde con los Genesis bajo el nombre de la firma hasta separarse recientemente cual división de lujo, Mazda transita la misma vía y acaso está ensayando un futuro así de mayor o menor inminencia para no perderse una tajada de ese segmento, que no es de volumen, pero definitivamente lucrativo. Además, los fabricantes siguen funcionando bajo lo que este cronista llama 'complejo de manada', y esto es que cada uno quiere tener autos en todas las categorías. ¡Cuidado!, una enfermedad que a algunas marcas ha hecho pagar un costo terrible de fracaso. Mas, de ser cierto que por ahí van los tiros de Mazda, al parecer ejerce al respecto aquella política de Bill Clinton conocida como "pasos calibrados".

Cuando uno se enfrenta al CX-9 por dentro, terminamos admitiendo que es el vehículo más refinado de la firma japonesa de los que hasta el presente hemos conocido en su line-up. Para tal juicio hay que apoyarse en los dos elementos capitales: uno, un conjunto de diseño de la consola, las butacas y los paneles interiores de las puertas —que sin duda son de un coche de clase—, y dos, que precisamente de un coche de clase son los materiales empleados y su terminación.
Hay madera de verdad dentro —de palo de rosa—, con una textura y apariencia finísima, y elementos en aluminio genuino.
Como Guillermo Tell, cuyo blanco era la manzana sobre la cabeza de su hijo, nos parece que el CX-9 le lanza con puntería sus flechas a Audi y rivaliza con la firma bávara, y ello es evidente —entre otros detalles— en la solución de la botonería y la ubicación de parte de ella (como el del volumen del audio en la consola entre los asientos del lado de allá de la palanca de la transmisión, que es donde Audi ubica el suyo).

Y lo mismo pasa con la pantalla en el centro de la consola, cuyo botón de scrolling para las operaciones recuerda también muchísimo a tal marca. Lo mismo con el interface de aquella en lo gráfico, pues repite esta historia (curiosamente, también nos hizo evocar el menú de las cámaras Canon).

La pantalla, de 7 pulgadas, añade a la gestión del pulsador de comando, explotación táctil.

Tiene dos puertos USB y dos tomas de 12 volts, una en la consola y la otra en el tercio de carga.

Puede decirse también que este Mazda tiene como diana a Infiniti —sobre todo por la escala de precios como veremos más adelante—, pero pensamos firmemente que el bull's eye es Audi

Los alatavoces son de la marca Bose. El sonido a bordo es muy bueno.

La consola es hermosa, aunque para nuestro disgusto es muy alta, y no es accidente: nos dijeron que la han concebido así para más elegancia, pero siempre pensamos que esa alzada compromete la visibilidad delantera.
Mas en compensación, los pilares A han sido retraídos para mejorar la visibilidad frontal lateral. GM debería imitar esto, pues la primera columna de muchos de sus vehículos es muy ancha, particularmente en la base y esto, asociado al volumen de los retrovisores laterales, aumenta la proyección del punto ciego.

Sin discusión: el nuevo CX-9 es el abanderado de la marca. Para llegar aquí, Mazda ha venido poco a poco, en un plazo de apenas cuatro años con el lanzamiento de la más reciente generación del 6, refinando sus coches. En el conteo hay que reconocer la reintroducción del Miata MX5 hace menos de uno.

Por eso, estar sentado al volante del CX-9, y lo mismo como ocupante en la butaca del pasajero delantero que en la segunda fila de asientos, es una experiencia de comfort y de feeling de verdadero coche de lujo al nivel de por lo menos diríamos que del Q5 de Audi, aunque algunos de mis colegas se aventuran más lejos y citan con vehemencia al Q7. Así, el vehículo se convierte en un ente absolutamente nuevo y separado del viejo CX-9.

Es un auto íntimo, acogedor, y que en cuanto a la sensación de conducción hace de ésta una muy coherente entre ser humano y máquina.

Muchas de las soluciones y diseños del CX-9 fueron ensayados en el CX-5 antes y aquí se ve esa huella, aunque magnificada.

Para continuar comprendiendo al nuevo CX-9 es saludable compararlo consigo mismo, es decir, ponerle delante un espejo para que se mire en el CX-9 anterior.

Es ahora más corto en largo general. Poca cosa: 1.2 pulgadas menos; empero visualmente es agradablemente engañoso pues al ser más estilzado ahora parece tener más eslora.
Pero si en carrocería recibió un tajo, en distancia entre ejes acogió una extensión de 2.2 pulgadas y esto siempre redunda en —sobre todo— más espacio para las piernas en la segunda fila de asientos.

Y tampoco lo parece, pero es alto desde el suelo, con un clearance de 8.8 pulgadas.

El CX-9 es un vehículo de familia con capacidad para 7 pasajeros, gracias a su tercera fila de asientos. Los de esta última hilera son amplios y cómodos para estar donde están, porque siempre son como los bastardos del interior, pero en el CX-9 no es así.

El acceso ahí lo procura el desplazamiento hacia adelante de la segunda fila de asientos, aunque esta operación no es en términos de contorsión física lo amigable como en el Infiniti QX60, pero la palanquilla que los desarticula es tan suave que hasta un niño la puede accionar.

Y, muy importante, con la tercera fila de asientos erecta (porque es abatible para procurar más capacidad de equipaje), aún en esta configuración es gentil en el tercio de carga para 14.4 pies cúbicos, a pesar de que entre algunos de sus rivales es la menos pródiga. Cuando se abate la espalda de los asientos traseros el espacio incrementa a 38.2, y al allanar la segunda fila la caverna trepa a un total de 71.2.
Un detalle interesante: ahora la espalda de la tercera y la segunda fila de asientos, al ser acostadas quedan absolutamente horizontales, no con la vieja inclinación cuesta arriba de la segunda en el modelo anterior.

Como la tendencia actual de los carros es la dieta para pesar menos y favorecer la eficiencia, el vehículo ahora en la balanza perdió 198 libras respecto del anterior en tracción frontal, e incluso en la versión AWD que trae una nueva tecnología llamada i-Activ, bajó más aún: 287. De las citadas primeras 198 libras menos, 132 de ellas corresponden al motor, así más liviano. Y esta reducción de peso se hizo posible aún con las 53 libras de peso que reportan tan sólo el material de aislamiento entre la base del vehículo y el alfombrado interior, así como el doble panel de fiberglass de las lunas delanteras, todo ello en pos de de obtener una cabina más insonorizada (cosa por la que los carros de Mazda no eran tan característicos). Los ingenieros nos dijeron en el evento que el coche es el mas callado dentro, de todos los de la firma.

El Mazda CX-9 también está jugando el juego de mediación y conquista entre una clientela y otra que antes jugó Porsche con el Cayenne. El CX-9 es un vehículo de familia, y los vehículos de familia, aunque útiles y versátiles, son aburridos de conducir, carecen de cariz deportivo y a menudo no provocan orgullo de posesión. No se alardea de la bolsa con que se traen del mercado a casa los víveres, pero sí hay vanidad en la bolsa de palos que se carga al campo de golf más cercano, Porsche, en el Cayenne, puso a bordo del vehículo las prestaciones típicas de un SUV o un auto de familia, con unas cucharadas de vivaz desplazamiento, look exterior y diseño interior atléticos, y del sentir y lucir deportivo del 911. Se sabe por estadísticas que muchos maridos convencieron a la esposa de la necesidad de un Cayenne como coche para la familia, con tal de compensar el frustrado anhelo de meter en el garaje de casa a un Carrera (una compra sostenida de pampers por tres años, le pone zancadillas a la mensualidad en arrendamiento de un buen coche). Los ejecutivos de Mazda explicaron gráficamente en el evento, que el CX-9 persigue fundir los aspectos de funcionalidad con el orgullo; lo hicieron a través del esquema de intersección de dos círculos en la Teoría de los Conjuntos de la Matemática Alemana, en el que se encuentran en un punto en el medio el Ego y la Familia. De algo sirvió la lección de Porsche...

Todo esto Mazda lo engloba en la filosofía llamada en japonés Hashiru Yorokobi, que significa La Dicha de Manejar.

Pero el pensar nipón también se expresa en su styling.

Recordemos que Mazda es una compañía esencialmente japonesa que ahora está disfrutando de nuevo sus raíces, desde que en el 2010 se rompió su relación con Ford como ya dijimos, establecida en 1979. Ahora están muy contentos de haber vuelto a ser una compañía independiente otra vez. La oficinas centrales están en Hiroshima, y allí está la planta donde se fabrica el CX-9. El nombre de la compañía viene de la fusión de Ahura Mazda, el dios de la luz, la inteligencia y la sabiduría, con el nombre de su fundador Jujiro Matsuda, que murió en 1952 a los 76 años.

Dos logos de la marca anteriores al actual, de 1997 —que representa una M en forma de alas de pájaro que se despliegan en vuelo hacia el futuro—, recogían la imagen del sol, la pasión, la llama eterna y una representación gráfica del motor rotatorio que usó la firma. Uno de estos dos logos es de 1991, de contorno angular, que duró sólo un año, pues al siguiente (1992) salió el mismo concepto, pero redondeado (en realidad, desde que Mazda Motor fuese fundada en 1920, la entidad ha tenido media docena de emblemas).

Y si el motor rotatorio ha sido incluido alguna vez en el logo de Mazda, eso es porque fue muy importante en su identidad, aunque no fueron sus ingenieros los que lo inventaron, sino el alemán Felix Wankel, y por eso también se le llama con su apellido.
Lo que ocurre es su primera ejecución práctica de ese motor, llevada a producción, ocurrió bajo la mano de Mazda en el cautivador cupé Cosmo de 1967.

El Cosmo es un vehículo trascendental en el devenir de Mazda, y emblemático de la marca; es por eso que el acápite dedicado a la compañía en la sección de AUTOS de este website, y cada artículo bajo él, emplea al Cosmo como encabezamiento.

El Cosmo tuvo herederos en el RX-7 y el RX-8. ¿Volverá otra vez el 8? Por el momento, sigamos con el foco en el CX-9...

El dibujo exterior de CX-9, que está en el resto de los coches y que iniciara la más reciente edición del Mazda6 del 2014, se llama Kodo Design, que significa El Alma en Movimiento.
Ahora todos los coches de la firma llevan ese aire de familia. En el caso del 9, cuando se mira de lado se nota que se abraza a los lineamientos del diseño frontal actual de nariz de levantamiento vertical —lo mismo que ocurre con la más reciente edición del Volvo XC90—, aunque en el CX-9 hay una mínima inclinación dinámica de esta línea imaginaria hacia adelante.
Y la parrilla está enmarcada por un elemento tipo contorno, hecho al que en la firma le llaman "desfragmentación", porque como que se separa del conjunto.
Las lámparas delanteras incluyen LEDs —igual que las traseras—, y claro que llevan la ya tradicional acción automática de circulación diurna.
El CX-9 es un auto bello, tal como lo son ahora todos los vehículos de Mazda.

La paleta de colores estrena uno nuevo en Mazda, el Gris Maquinaria, que se suma a otros seis, que son Rojo Alarma Metálico; Blanco Copo de Nieve Perlado; Negro Mica Jet; Azul Oscuro Mica Cristal, y Mica Titanio Flash. La foto inmediatamente debajo corresponde al Gris Maquinaria:

En cuanto al corazón: no más el V-6 de 3.7 litros que movía al 9 anterior. Ahora hay un solo motor, pequeño pero gaupetón, porque es un 4 cilindros de 2.5 litros que genera 250 caballos de fuerza y 310 libras por pie de torsión. Este último número es excelente para un vehículo que moverá hasta 7 pasajeros y su equipaje en su explotación suprema.

La capacidad de tiro es de 3,500 libras. No es propiamente un SUV de halar un bote.

Este motor acopla a transmisión automática de 6 velocidades y puede disponerse de él en tracción frontal o AWD, en la nueva tecnología ya citada de i-Active, que es una optimización de esta eficaz transmisión, que este periodista siempre la ubica a la hora de describir vehículos más que en el acápite puramente motriz, en el de seguridad.

El motor se llama Skyactiv-G.

Recordemos que Skyactiv es una tecnología patentada por Mazda que desde el punto de vista puramente ingenieril es complicada de describir, pero que en dos palabras se puede resumir en que habiendo sido concebida para motores de gasolina, aparte de que físicamente se distingue porque tiene una cabeza de pistón con una hendidura que tiene una aplicación particular, comprime como un motor diesel y por eso logra una gran eficiencia junto con un torque muy alto, como si fuese un motor de petróleo. Esta planta genera nada menos que 320 libras por pie.

La tecnología Skyactiv, por sofisticada y revolucionaria, y porque como bien dicen algunos analistas, es como una reinvención de motor de combustión interna aún usando los elementos tradicionales, ha recibido premios en varios colegios de ingenieros del mundo.

Además, ahora este motor se apoya por añadidura en una sofisticada inyección turbo  llamada Dynamic Pressure Turbo, que combina las habilidades y funciones comunes de este tipo de admisión con la de los turbocargadores, y es la primera inyección de este tipo que gradúa la pulsación del escape según la velocidad del motor. Esto mete en bandera el mal endémico de los motores turbo, que son las lagunas de funcionamiento sobre todo al arrancar, y reduce la alta temperatura, que es otro handicap de los turbos. Además, los ingenieros decidieron juntar en una sola vía de salida a los cilindros 2 y 3, en el centro del bloque, mientras que los cilindros 1 y 4 en los extremos tienen puertos separados, y esto ajusta el escape para más eficiencia de la inyección empujada por turbina.

Del mismo modo en que explicamos llanamente los principios del Skyactiv, aquí podemos decir de este sistema que se trata de una nueva interpretación de cómo opera un turbo o, más simple aún, una beneficiosa recirculación del escape.

Como esta ingeniería es una optimización del protocolo Skyactive, no dudamos que también sea galardonada por alguna academia por ahí.

Con la solución que proveen los motores Skyactiv de Mazda, la compañía japonesa emula lo que la industria automotriz alemana en conjunto expresó cuando comenzaba a desencadenarse la epidemia de los híbridos: que se resistirían a ella y que a cambio insistirían en su probada fórmula de economía de combustible que son los motores diesel. Mazda, al parecer, identifica la existencia de sus motores Skyactiv con los motores diesel, y por tanto no necesita de módulos híbridos en pos de mejor MPG.

En particular, el actual CX-9 garantiza 22 MPG en la ciudad, 28 en la autopista y 25 combinadas para el vehículo de tracción frontal, y 21, 27 y 23 respectivamente para el AWD. En este instante, estos números ponen al CX-9 a la cabeza de los vehículos del segmento; los más cercanos en este aspecto son el Hyundai Santa Fe y el Kia Sorento.

El tanque tiene una capacidad de 19 galones y medio.

De todos modos, como tener en plantilla modelos híbridos, híbridos plug-in o absolutamente eléctricos mejora los índices de eficiencia de cada compañía en la industria y el mercado, no dudamos que a pesar de sus motores Skyactiv nos levantemos un día en la mañana con la noticia de que Mazda ha estrenado un híbrido de cualquier tipo. Pasó con los alemanes... ¡incluido con Porsche!

Respecto de la seguridad, el CX-9 cuenta con frenos antibloqueo en las cuatro ruedas y abundantes bolsas de aire, mención que a estas alturas del juego huelgan, porque ahora lo que se impone es citar sistemas activos de intervención o semi-intervención en el desplazamiento del vehículo, algunos de los cuales o bien son amagos, o bien manifestaciones diáfanas de manejo autónomo. Por ejemplo, el CX-9 cuenta con monitoreo de tráfico lateral en punto ciego y alerta de él a través de radar y cruise control adaptable que lee el vehículo que va delante y ajusta la velocidad para evitar pegarle a ése por detrás pero —mejor noticia aún—, hasta 19 millas por hora, frena por sí solo para eludir el impacto.

En cuanto a desplazamiento lateral tiene sistema de alerta de invasión negligente a la senda contigua, pero también tiene sistema de corrección de ruta. Mas a diferencia de otros autos es inteligente y discierne si en realidad el conductor está cambiando de senda deliberadamente o si lo está haciendo sin darse cuenta y entonces corrige el rumbo, pero en el primer intento no se pelea con esos forcejeos del volante en sentido contrario que en otros casos, como en Mercedes-Benz llega a ser hasta rudo.

Respecto del evento: estuvo muy bien organizado. La presentación técnica fue magnífica... pero muy larga. Especialmente cuando tras ella nos esperaba un recorrido de poco más de cuatro horas.

Las rutas para probar el vehículo fueron muy buenas y adecuadas para él, pero para este periodista veterano de viajes y de asistir a lanzamientos precisamente en San Francisco, casi no hubo ninguna verdaderamente nueva, aunque sí vimos otros puntos de interés, gracias a la creatividad de los organizadores de Mazda y de Drive Shop en la Costa Oeste.
Decir que todo el estado de California es hermoso puede ser un argumnto impreciso y pelogrosamente falaz —hay zonas pedregosas, como las en torno a Palm Springs—, pero si una área de allí es definitivamente hermosa es San Francisco, sus alrededores y sus carreteras, lo mismo tierra adentro que el litoral, y otra vez, en esta ocasión al volante del Cx-9 del 2016, pudimos deleitarnos con estos paisajes.

Las temperaturas, en una región en que incluso en verano son frescas y a menudo hasta frías, estuvieron muy agradables, y disfrutamos de hermosos cielos azules, intensos, y mayormente despejados. No llovió...
Nos detuvimos en la cautivadora Bodega Bay, donde Hitchcock filmó su clásico thriller The Birds en 1963, y justo la parada para el almuerzo fue en un café llamado como la película, cuya dueña, muy afable, es hija de quienes fueran en su juventud extras en la cinta.
Como siempre, fue un placer hallar en el evento a la buena amiga, PR de Mazda, Tamara Mlynarczyk...

...y también conocer a la nueva adquisición de la compañía, la amable Marissa Borjon, pero nos perdimos saludar a Octavio Navarro, que había partido el día antes.

Y claro que parte del "paisaje" fueron los precios de la gasolina en esta zona del país y momento, para constancia en el futuro...

Y ya que estamos en la carretera, describamos la sensación de manejo: No es extraordinariamente especial, pero es agradable, motivada no sólo por lo íntimo y moderno del interior, sino por su volante pequeño, aceleración y por la suspensión, que incluso se sintió noble en el asiento de tras durante nuestro corto viaje del aeropuerto al hotel al llegar.

El 2.5 litros se porta tan desenvuelto, que es fácil olvidar que es un 4 cilindros para creer que conducimos un coche V-6. En realidad es una tendencia del momento, una nueva de desplazamiento de los autos, hasta que los coches eléctricos terminen por sepultar definitivamente a los vehículos animados por motores de combustión interna. Fue un regalo manejas este CX-9 en las autopistas del área, en las colinas de San Francisco y en el tráfico de la ciudad y en el Golden Gate Bridge.

Y ahora, el precio: El Mazda CX-9 se mueve en una escala de precios que va desde $31, 520 a $44.015, según su panoplia de modelos que se divide de abajo a arriba en Sport; Touring, Grand Touring y Signature.

Mazda piensa vender unas 40 mil unidades anuales del auto, y el coche está en venta en Estados Unidos desde finales del mes de mayo.

¿Qué queda por venir de Mazda? La panoplia de coches de la firma, con el relanzamiento del CX-9, diríamos que esta casi completa, aunque siempre queda algo el tintero. Sólo resta ahora calificar el vehículo a través de la pregunta de que, ¿qué prefiere, el fútbol o el beísbol? Si prefiere el primero, puede gritar a los cuatro vientos que el Mazda CX-9 del 2016 es un gol, y si su pasión va al segundo, un jonrón pues.

 
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