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OBAMA: ¿Verdaderamente aventajado en las encuestas?

Si prestamos atención a las circunstancias actuales, el candidato a la presidencia por el partido demócrata debería estar mucho más adelante en las encuestas que su rival John McCain... y sin embargo no lo está. ¿Por qué?

por Pepe Forte
13 de octubre del 2008 / Apenas a horas del tercer y último debate de los candidatos presidenciales antes de las elecciones...

 

A sólo días de la cita con la boleta electoral el 4 de noviembre del 2008, la mayoría de los ciudadanos de EEUU apuestan a que Barack Obama barrerá en las urnas a su contrincante John McCain. En los partidarios de Obama se trata de una feliz convicción, en tanto que el sentimiento también habita —aunque a modo de pesadumbre y preocupación— en las mentes de los votantes republicanos. Sin embargo, una ojeada minuciosa a las encuestas y las circunstancias que envuelven a la puja por la silla presidencial en la Casa Blanca devuelve una conclusión: que a pesar del pronóstico más común, podría haber sorpresas.

Desconcertante para los demócratas y alentador para los republicanos, el pasmo podría ser que John McCain ganara la elección a Barack Obama contra todo vaticinio. Y esa victoria, si aún por una nariz, sería victoria al fin y al cabo. ¿Veríamos entonces de nuevo una pataleta por el recuento como la de Al Gore en el 2000? Igualmente desencantador para sus acólitos sería que Obama ganara por estrecho margen, y no de manera abrumadora como piensan.

Los votantes que ya creen que esto puede pasar —o si lo descubren con la lectura de este artículo—, sean de inclinación republicana o demócrata, no deben pensar que se trata de wishful thinking de los partidarios de McCain, de una última ilusión esperanzadora, sino de una probabilidad real y bien fundada, que se erige sobre ciertas verdades. Y son estas:

No se trata de descalificar las encuestas o de restarles credibilidad —sobre todo como humanamente algunos se sienten tentados a hacer— cuando sus números no coinciden con los afanes y deseos de un lado u otro. Las encuestas, a pesar de que a menudo arrojan a priori estadísticas que luego la realidad se encarga de destruir cuando éstas se proyectan en sentido diametralmente opuesto a los pronósticos, siguen siendo un arma valiosa. Pero en el caso de la elección Obama-McCain, hay que mirarlas con lupa.

En las últimas semanas el senador por el Estado de Illinois y candidato a la presidencia por el partido demócrata ha aventajado en las encuestas al senador por el Estado de Arizona y candidato por el partido republicano por entre 5 y 7 puntos. Aún por encima del conciliador margen de error de +/- 3 ó 4 puntos, los simpatizantes de Obama se sientes felices... cuando deberían estar preocupados.

Una estadística enmascarada

Muchas de las encuestas que establecen las televisoras o entidades de monitereo e inventario que corren justo antes de cada debate, durante e inmediatamente después de éste, pueden resultar precisamente las más traicioneras para los prosélitos del lado demócrata, y las menos precisas o creíbles. Las encuestas antes del debate preguntan al encuestado que cuál de los dos candidatos éste piensa que va a ganar. Las que corren durante el debate inquieren que a cuál candidato ven ganando. Y luego, una vez concluido el enfrentamiento, indagan entre los encuestados que a cuál candidato vieron ganar. Estas encuestas han arrojado sostenidamente como triunfador a Obama. ¿Son fidedignas? No. Estas encuestas, que se apoyan en la inmediatez, que se efectúan casi en real time y que se conducen a través de diversas vías —como el teléfono, por ejemplo— emplean como herramienta predilecta a la Internet... ¡pero en la Internet se queda fuera la demográfica que se inclina más por McCain! La Internet es medio y parte integral de la vida de los más jóvenes —más marcadamente proclives a Obama— y también lo es de los baby-boomers, pero no de la generación previa que, o bien carecen de computadoras, o simplemente no manejan las comunicaciones online, razón por la cual el candidato del partido demócrata resulta tan favorecido en estos surveys. Lo mismo ocurre con las mediciones a través del teléfono celular.

Pero esta idea no se queda ahí, sino que tiene un valor agregado que suma otro factor que más tarde desembocaría en el hecho de que o ya Obama no ganaría la elección, o que ya su victoria no sería tan arrasadora. Y ese factor es que la Generación Y es frívola y que, a pesar de que da muestras de participación cívica a través de la Internet o de los celulares, las estadísticas señalan que una notable parte de ella no está registrada como votante ni pretende hacerlo. Las razones por las que eluden ese compromiso ciudadano son muchas, pero una que estos jóvenes citan con frecuencia cuando se les pregunta por qué no van a votar "en caliente", es la alegada relación existente entre el votante regristrado y la probabilidad de ser llamado a integrar un jurado —jury duty—, cosa que no quieren hacer.

La "lógica" de las circunstancias de los últimos 8 años indican que la ventaja de Obama sobre McCain habría de ser estratosférica y no la tímida que en realidad es. Sin duda hay un fantasma oculto que podría aparecérsele repentinamente a Obama en las urnas el inminente primer martes de noviembre. 5 or 7 notches are not enough...

La lección de la elección pasada

George W. Bush, en términos de popularidad, ha sido un presidente de contrastes. De una altísima aceptación —recordista: llegó a tener 88% de aprobación en los primeros meses de su período presidencial inicial—, ha caído 8 años después a niveles bajos históricos y sin precedentes. Resulta más fácil toparse con una persona que afirma haber avistado un OVNI, que con una que niegue la responsabilidad del presidente No. 43 de los Estados Unidos en el mal rato que vive la nación. Muchas de ellas incluso piensan que, como por arte de magia, justo en el minuto en que el 20 de enero del 2001 Bush llegó a la Casa Blanca, el país se puso patas arriba ipso facto y que toda la crisis actual es imputable a él y sólo a él (sin embargo, paradójicamente en su reelección, cuando para entonces ya era impopular y con encuestas que como ahora ocurre con Obama no lo revelaban como el favorito, Bush derrotó a Kerry).

La percepción popular —no precisamente acertada— de que todo cuanto anda torcido hoy en Norteamérica es obra de Bush, es casi generalizada. Razón por la cual Obama erige su campaña sobre una palabra cuyo significado apenas ha explicado, pero que su sola mención basta para obrar milagros por adelantado: cambio. Empero, si la impopularidad del actual mandatario es tan aplastante, si Bush y McCain están conectados por un cordón umblical político, y si Obama es el único candidato que traerá ese cambio de vida o muerte que preconiza... ¿acaso Obama no habría de estar muuuuuuuuuucho más adelante en las encuestas?

La campaña demócrata habilidosamente ha sembrado en la mente de los votantes que elegir a McCain sería extender por cuatro años más la política de Bush —cuando en realidad el argumento no es preciso y mucho menos cierto—. De acuerdo con esto, ¿Obama no habría de estar muuuuuuuuuucho más adelante en las encuestas?

El Factor Geriátrico

¿Y el Factor Geriátrico? No, no se trata propiamente de que McCain sea septuagenario. En sus 70 años, Ronald Reagan era un hombre lleno de vigor, de liviano andar y desenvuelta gestualidad —lo de buen comunicador es cosa aparte—. Y a sus 74 años George H. Bush saltó en paracaídas. Ello tuvo un efecto demoledor para la imagen de "anciano" que alguien pudo tener en aquel momento acerca del ex-presidente. Tampoco se puede decir que McCain esté decrépito física, mental o emocionalmente; más bien todo lo contrario. Que a su edad esté batallando para ser presidente del país más poderoso del mundo —con las responsabilidades que tal entraña— y por si fuera poco, en la difícil coyuntura en que lo hace, habla muy bien de las reservas de energía de un hombre a cuya edad muchos otros no tienen otro propósito que el de llevar el rol de abuelos. Pero no hay duda de que McCain (que por lo menos ya trae por adelantado las canas que la presidencia norteamericana hace brotar), carece del fulgor corporal de Reagan o de Bush padre. Poco queda, a nivel de desplazamiento físico, del piloto de cazas A-4, aunque tampoco hay que asombrarse por ello: el almanaque impone sus propios lastres...

No son del paladar del mundo actual las figuras públicas añejas y arrugadas. La diferencia de edad entre Obama y McCain es aguda. Entonces... ¿por qué Obama está por delante sólo 5 puntos? Y tampoco olvidemos la probable inclusión del Efecto Bradley...

El 4 de noviembre del 2008 todavía reserva espacio suficiente para el estupor. Cuidado las urnas de ese día terminen convirtiéndose en cajas de sorpresa, de esas que sin aviso levantan la tapa y de ellas brota súbitamente un muelle oscilante en cuyo extremo hay una sonriente cabeza de payaso. Para susto de Obama, en vez de ésta, podría ser la de McCain con feliz rostro de triunfador. La política te da sorpresas... sorpresas te da la política...