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Obama huye por segunda vez de las Navidades en la Casa Blanca. El día 25 de diciembre del 2010, durante sus vacaciones hasta después de Año Nuevo, visitó sorpresivamente en Hawaii una base militar.

EL presidente MUSULMAN

Hay más de un indicio de que Barack Obama es musulmán. Sólo que la nación, anestesiada, se empeña en cerrar los ojos al hecho. No es malo ser musulmán, pero en un país donde otras creencias han dificultado la presidencia o los candidatos a ella de figuras no protestantes, resulta desconcertante que, justo después del 9/11, el inquilino de la Casa Blanca sea un islámico.

Por PEPE FORTE/Editor de i-Friedegg.com,
y conductor del programa radial semanal AUTOMANIA, y de EL ATICO, diario, por WQBA 1140 AM,
en Miami, Florida, una emisora de Univisión Radio.

Posted on Jan.2/2011

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Según lo anunciado previamente, Barack Obama estaría regresando a la Casa Blanca el 2 de enero del 2011 tras sus vacaciones de Navidad de alrededor de una veintena de días en Hawaii. Es la segunda vez que Obama se ausenta de la suprema residencia ejecutiva de la nación en esta temporada, y ello representa una coordenada más para arribar a un destino: que el actual presidente de los Estados Unidos es musulmán.

Nada malo hay en ello. Cada quien tiene derecho a su fe. Sólo que resulta desconcertante —¿será ese el calificativo indicado?— tener un presidente de tal creencia en este tiempo y circunstancia. Respecto de por qué se oculta —u oculta— el hecho, hemos de reconocer que de haberlo revelado antes, jamás hubiese accedido a la presidencia del país. Pero nada de esto impide señalar a Obama —y esto sí preocupa— como a un hombre con demasiados esqueletos en el closet, como hemos dicho otras veces. Como la duda de si nació o no de verdad en los Estados Unidos —lo cual ha vuelto a la palestra recientemente— y entonces, entre una cosa o la otra, tendríamos un presidente ilegítimo.

Ahora, dispersas e inconexas corren informaciones por ahí, que apuntan que Obama recientemente ha reconocido que es musulmán. No intentamos convencer a nadie de lo que ya lo estamos. Cada quien con su convicciones. Es tan solo nuestra idea, inmutable ante lo que tal o cual funcionario ha salido a subrayar o a defender a capa y espada sobre la cristiandad de Obama, diciendo que el presidente es cristiano y que ora todos los días, o si el reverendo Franklin Graham se deshizo en una espiral de explicaciones y traspiés diciendo que es musulmán de origen, pero que ya renunció a esa fe y que se ha abrazado a Cristo.

Las coordenadas, como citamos arriba, están ahí, y son más de una como para no dudar: Su padre y su padrastro eran musulmanes. Cuando su madre se casó por segunda vez, con Lolo Soetoro, éste lo llevó a Jakarta donde Obama acudió a colegio musulmán, aunque él mitiga el hecho con la mención de dos años más de asistencia a escuela cristiana. Todo esto aparece bien documentado en dos de los libros más anti-Obama que se venden en las librerías de Estados Unidos, The Obama Nation, de Jerome Corsi, y The Case Against Barack Obama, de David Freddoso. Huelga recordar que la instrucción religiosa islámica roza la doctrina y que en vez de llamarla justamente así, instrucción, acaso sería más apropiado usar el verbo inculcar. Es muy, muy raro, el regreso desde el islamismo…

Las señales de la vocación islámica de Obama están ahí a la vista y sólo un ciego pretendería no verlas: En primer lugar, su nombre, Barack Hussein Obama, y su propio origen y crianza. En cuanto al nombre de pila, en sus años de estudiante Obama permitió la americanización de éste por Barry, pero luego recurvó al original de Barack, lo que representa otro acto de reafirmación de fe.

En su discurso inaugural por primera vez un presidente norteamericano mencionó a los musulmanes. Luego, inmediatamente tras la asunción, ordenó el desmantelamiento del campamento de Guantánamo que retenía la mayor cantidad de terroristas relacionados con el 9/11. Posteriormente se embarcó en el tema del trigo comido de los videos del waterboarding y más tarde voló a Arabia Saudita a pedirle perdón al mundo musulmán. Y cuando llegó el Día de la Oración, quebrando la tradición, dijo que la observaría en privado, suponemos que para no traicionar su fe pisando un templo cristiano. No creemos tampoco en la equivocación en el juramento a la presidencia, error que pensamos que fabricó con premeditación, para tener el pretexto "legal" de la obligación de repetir la ceremonia en intimidad en la Casa Blanca al día siguiente… SIN LA BIBLIA presente, como trascendió en los despachos noticiosos. Todavía debe tener ampollas de quemaduras en la mano cuando tocó las Sagradas Escrituras el 20 de enero del 2009 ante las cámaras de televisión. En la repetición, aunque no se mencionó en la noticia, debe haber usado —imaginamos— el Corán. Suena a delirante argumento de conspiración, pero sólo los que desconocen lo que obra el fanatismo o una fe muy grande, son incapaces de imaginar siquiera que esto es así.

Y qué decir de su conocida reticencia en campaña a usar el pin con la bandera norteamericana en la solapa, y su pose de manos cruzadas sobre el bajo vientre en vez de al pecho cuando escucha públicamente el himno nacional.

Pero el puntillazo final —por dosis doble ahora— lo es el ausentarse de la Casa Blanca en plena Navidad. Lo de las vacaciones es un mero pretexto. Lo hace para no verse en el compromiso de fotografiarse o dejarse ver en ambiente navideño, ante el arbolito, o recibir personalidades allí que entonces verían la realidad de un presidente norteamericano que elude una temporada del año que tiene tradición histórica en la mansión ejecutiva. Cuántos matrimonios no suenan con la quimera de pasar como presidente y primera dama las Navidades en la Casa Blanca, y resulta que Barack y Michelle Obama le dan la espalda y salen corriendo. Por gusto no será...

Obama tampoco contempla nuestro Año Nuevo, por eso vuelve el 2 de enero a Washington.

Todo esto por otro lado, hemos de reconocerlo como acoso, es la verdad. Así como George W. Bush, casi desde el primer momento e infundadamente fue criticado y considerado un presidente lerdo, la legitimidad de Obama como presidente y ciudadano norteamericano, así como su brújula ideológica, han estado bajo el microscopio todo el tiempo.

Ser musulmán no es malo. Existe una enorme comunidad en Estados Unidos que es pacífica y trabajadora. Pero no podemos cerrar los ojos al hecho que aunque no todos los musulmanes son enemigos de los Estados Unidos, los más grandes enemigos de los Estados Unidos son musulmanes. Y que existe un gran conflicto entre uno y otros respecto del modo de vida. Además, si Obama es musulmán, la idea de que él es el primer presidente afroamericano de Estados Unidos no es cierta. Los musulmanes no son blancos, negros, rojos, ni amarillos, sino que están por encima de tales definiciones primarias de raza. Así que tendríamos que esperar a que Oprah Winfrey o Morgan Freeman se postularan como candidatos a la presidencia y ganarla.

Desconcertante, dijimos arriba. En un país donde la presidencia de Kennedy, católico, se miraba con cierta reticencia a través del habitual prisma protestante de la nación, y algunos analistas todavía creen que el fracaso de Romney en su carrera a la presidencia se debe a su militancia mormona, y el de Lieberman a la vicepresidencia por judío, resulta que nada más y nada menos que después del 9/11 hemos puesto con nuestro voto a un presidente musulmán en la Casa Blanca.

Sería aventurado decir que Barack Obama es el anticristo de la presidencia norteamericana. Pero aterra pensar que, según su mentalidad en tanto que acto de fe, crea en su más interno yo que Estados Unidos merecía el castigo de los aviones a las torres gemelas de Nueva York.

NOTA AGREGADA A POSTERIORI:

Tras la muerte de Bin Landen en Pakistán el 2 de mayo del 2011 en un asalto de un comando armado de los Estados Unidos, Obama prohibió la publicación de la imagen del terrorista muerto y ordenó que su cadáver fuese lanzado al mar desde una embarcación de la marina estadounidense no sin honrarle antes según el rito musulmán.

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