Raúl Martínez, el ex-alcalde
de Hialeah, ha decidido postularse para congresista
por el Distrito 21 del Sur de la Florida contra
el titular Lincoln Díaz-Balart. El veterano
político proclamó oficialmente
la intención el 22 de enero del 2008
frente al ayuntamiento de la ciudad que por
años condujera, y de cuyo pescante decidió
bajar en agosto del 2005, aludiendo
razones de familia, para dedicarse a la empresa
privada. Pero Martínez —que más
que política lo que no puede faltarle
es el poder—, con tal de no morir de anoxia
como le pasaría a un escualo que deja
de nadar, casi inmediatamente tras hacer mutis
adelantó que no descartaba un regreso.
Después de meses de especulaciones de
medios y analistas, Martínez le agregó
sazón a las conjeturas al anunciar definitivamente
su retorno, empero reservándose a qué
puesto aspiraría, lo que más tarde
reveló en el programa de televisión
"A Mano Limpia" de América
TV Canal 41 del periodista Oscar Haza, pues para entonces
ya se había proyectado sobre dos alternativas:
la alcaldía condal (contra Carlos Álvarez)
o el Congreso (contra Lincoln Díaz-Balart).
He de confesar que hasta el minuto mismo de
la revelación, estaba convencido de que,
a pesar de las arremetidas contínuas
y viscerales de Martínez contra Díaz-Balart,
su voluntad de servicio le llevaría a
inclinarse por el Condado… pero me equivoqué.
La decisión resultó desconcertante
para miles de residentes de la región
—demócratas o republicanos—
quienes, satisfechos de su gestión alcaldicia
en Hialeah, estaban seguros que empuñaría
gustoso las riendas de Miami-Dade. Pero no. De modo que ahora está claro:
lo que motiva a Raúl Martínez
a postularse al Congreso de Estados Unidos no
es su pretendida vocación pública,
sino la revancha y el resentimiento.
Después de 20 años —cuando
con el tiempo uno madura y comienza a olvidar
o a reevaluar los agravios con la perspectiva
del aplomo—, descubrimos que Martínez
todavía no ha logrado arrancarse la
espina de no haber podido acceder al escaño
vacante de Claude Pepper, que ganó y
ocupa la congresista republicana cubano-americana
Ileana Ros-Lehtinen. Ahora, en compensación,
quiere premiarse a sí mismo “corriendo”
contra Lincoln Díaz-Balart, el otro ente
político que martiriza su hígado.
Erré al pensar que Martínez, al
regurgitar su rabia contra Díaz-Balart,
estaba acudiendo a un necesario aunque tardío
acto de exorcismo para dejar de rumiar sus penas
añejas y que, una vez desintoxicado de
sus angustiantes demonios internos, escogería
servir en lo sabe. Pero Martínez ha decidido
cerrar de una patada el cajón donde atesora
su experiencia de ayuntamiento pequeño,
de la que los residentes locales soñaron
que se beneficiarían esta vez en grande.
La política debe carecer de motores personales,
mas eso es algo que, por lo visto, Martínez
no ha aprendido aún tras años de
vivir decenios en Estados Unidos. Y para certificar
la idea de que la zapata de su decisión
es la roña ojerosa contra Díaz-Balart
y por extensión contra los más
prominentes políticos cubano-americanos
republicanos, ahí están sus reiteradas
y abrasivas declaraciones, documentadas en audio
y video, sólo que para su desdicha no
cuenta con la diligente gestión del orweliano
Ministerio de la Verdad de "1984"
para borrar o desfigurar esos registros. La
frase "Raúl Martínez es un
político experimentado" tiene pies
de barro porque su proceder de persona anclada
en un disgusto que no se le pasa, la contradice.
A pesar de que Martínez insiste frecuentemente
en que la víctima y el atacado en los
medios del aire locales de Miami es él
y que como dice, "ahí están
las grabaciones", quien no resiste ni le
conviene un escrutinio de los minutos-micrófono
usados por un rival contra el otro es el propio
Martínez.
Veamos por qué: en los últimos
meses, la presencia sopística de Martínez
en la WQBA 1140 AM aventaja con mucho a las
intervenciones de Lincoln Díaz-Balart
en ésa o en la emisora hermana WAQI Radio
Mambí 710 AM. Por razones obvias —su
tiempo dividido entre Miami y Washington—
Díaz-Balart, ni así lo deseara,
podría visitar tanto un micrófono
como lo ha hecho Martínez, que ha acudido
a la 1140 no sólo en calidad de invitado
exclusivo en los programas de más audiencia
en la mañana y en la tarde sino que,
además, a menudo hizo de conductor sustituto
en uno que otro espacio, y en todas esas intervenciones
terminó “mencionando” al
congresista de marras. ¿Y cómo
se llama eso? Pues "barrenillo", que
es el modo más popular de definir a
la obsesión; más elegantemente,
según indica la Sicología, paranoia,
pero ambas cosas son pasos precedentes a la demencia...
Raúl Martínez no puede evitar
hablar de Lincoln aunque su interlocutor comience
el coloquio preguntándole la talla de
su zapato. Apenas minutos después de
hacer su anuncio de candidatura por el Distrito
21 exclamó "¡él está
nervioso!", refiriéndose a Diaz-Balart
en una alusión infeliz que me recordó
exactamente el tono vulgar y populista que emplea
Hugo Chávez cuando habla de George W.
Bush.
Pero Díaz-Balart no es el único
fantasma que atormenta a Martínez. Cuando
finalmente no cuajó la idea de hacerlo
anfitrión de un talkshow en la 1140, Martínez leyó sorpresivamente en el espacio de 4:00 a 5:00 p.m. —y que entonces no conducía aún
el periodista Roberto Rodríguez Tejera— una carta
de despedida, agria e injustificada, en la que
emplazó al director de Radio Mambí,
Armando Pérez-Roura. Fue un acto del
que pensé que, por desagradecido, quemaba
los puentes con Univisión Radio. Otras
figuras diana de la verbalidad biliar de Martínez
son Ninoska Pérez Castellón y
Enrique Encinosa, voces de WAQI y, claro está,
Ileana Ros-Lehtinen, que es el embrión
de su pataleta histórica. Así,
desbocado y cual adolescente inmaduro de High
School que no puede prescindir de actos de reafirmación,
Martínez ha retado públicamente
a Díaz-Balart desde una carcomida perspectiva
de la hombría —“¡si
eres hombre ven acá!”, o algo así
más o menos— y, por si fuera poco,
descortés insinuó en la QBA problemas
maritales de Ros-Lehtinen. Como decía
con voz profunda en mi infancia en la televisión
cubana la mascota de un espacio sobre educación
vial, el oso Prudencio: "eso, noooo se haceeeee...".
¿Acoso real? ¿Delirio de persecución?
Nah-ah! Además de que el comfort zone sicológico de Martínez es sentirse
ofendido y atacado, por otra parte le resulta
útil dibujar una brigada de enemigos
que le garantice protagonismo mediante la riposta.
El hombre que pareciera la reencarnación
de Baldomero Acosta —el controversial
alcalde de Marianao en el pasado—, necesita
estar siempre a la defensiva, y por eso exige
por adelantado desagravios de afrentas futuras.
Y allá va con su rabieta, hormonal e
indetenible como un rompehielos tropical, desconociendo
clase y ética. Y mientras uno, desconcertado,
se asombra de la paradoja de cómo una
persona tan irascible puede conducir una oficina
de relaciones públicas.
Raúl Martínez padece de una terrible
confusión de conceptos: cree que la franqueza
legitimiza sus razones, que las exonera de ser
ofensivas y que ella obliga a la aceptación
ajena. Las escuelas de Diplomacia enseñan
otra cosa. Martínez no sabe que las verdades
tienen su lenguaje, momento y estilo que, ignorados,
nos llevan al desatino. Empachado de un criterio
arcaico de varonilidad, desconoce la arista
más elevada de ésta: la caballerosidad.
Cualquier ciudadano responsable debe sentirse
preocupado por la amenaza de Martínez
de acceder a una de las Cámaras de la
nación. Raúl Martínez está
empobreciendo la escena electoral del Sur de
la Florida, capitalizando en un votante resentido
cuya compensación emocional es castigar
a quienes ellos consideran los responsables
de su mala fortuna como ciudadanos. Eso mismo
fue lo que hizo Hitler en la elección
de 1933.
De aquel hombre jovial que alguna vez fuese
Martínez, hoy sólo queda un ser
contrariado, marcado por el signo de la armagura.
Ya no sonríe ante las cámaras. Tal vez nunca debió alejarse
de la alcaldía de Hialeah; de ahí
su frustración. Del alcalde concentrado
en su gestión, independiente y hasta
medio despegado de los parámetros de
su partido, Martínez se ha dejado arrastrar
por la severa indigestión partidista
de algunos demócratas locales, que hablan
de "buscarle" candidatos a Mario,
a Lincoln y a Ileana, como si fueran Don King
cuando procura retadores para destronar al boxeador
campeón. Eso, no es política seria...
Martínez es hoy, patéticamente,
piedra de filo para la punta de lanza de los
oponentes a los tres congresistas cubano-americanos
republicanos a los que critica por su persistente
protagonismo en el tema de Cuba. ¡Oh!,
¿y dónde está el problema?
El cuban affaire claro que es —y lamentablemente
parece que lo seguirá siendo por un tiempo
aún— un aspecto sensible para la
comunidad cubana genuinamente exilada en el
Sur de la Florida. ¿Por qué tenemos
que renegar o avergonzarnos ahora de nuestro
voto por estos representantes, permeado por
tal asunto? Los que piensan que esa responsabilidad
de los tres congresistas carece de importancia,
aludiendo que Cuba está allá y
que ellos tienen que ocuparse nada más
que de las cosas de aquí, ignoran que
esa Cuba que consideran remota y distante ejecuta
acciones que nos afectan y perjudican aquí,
que han hecho nuestra vida miserable por casi
medio siglo, y que muchas de sus proyecciones
trascienden incluso el marco de lo local para
llegar a afectar aspectos cruciales como la
economía y la seguridad nacional de los
Estados Unidos. Eso, sin contar con el arreciamiento
en los últimos 10 años de un severo
plan orquestado desde La Habana para destruir
al Miami cubano. Por otro lado, pretender que
la tripleta Ros-Lehtinen/Díaz-Balart/Díaz-Balart
tan sólo se ha ocupado del tópico
cubano desatendiendo otras necesidades de sus
distritos, es una idea inexacta y una falsedad
malintencionada. Quienes quieran consultar la
disímil hoja de servicios de los tres
representantes, simplemente que le pregunten
a la Internet.
¿Sorpresas? Claro que las podría
haber... claro que Martínez podría
derrotar a Díaz-Balart aún por
encima de la estadística sabia y fiel
que asegura que 95% de los titulares en el Congreso
retienen su plaza. Pero no creo que se alzaría
con el codiciado curul. En una cíberencuesta
no científica realizada por la WQBA en
el portal de Univisión horas después
que RM anunciara su postulación contra
LDB, el ex de Hialeah recibió una pateadura atroz de más-menos
el 75% de los votos favorables al actual congresista.
Algo empero sí parece estar claro: que
Raúl Martínez podría obtener
más votos que los logrados anteriormente
por los contrarios a Díaz-Balart (Frank
González en el 2004 y en el 2006, y más
atrás, en 1998, Patrick Cusack). A pesar
de eso, por si las moscas, a Martínez
no le vendría nada mal una breve visita
a una botánica de su vencindario...
Interesante todavía por ver es cuánto
más profundamente Martínez puede
meter la delicada. Espero que no cometa de nuevo
el disparate de decir —como hizo en una
entrevista con la periodista María Elvira
Salazar por MegaTV Canal 22—, que Lincoln
Díaz-Balart es sobrino de Fidel Castro
(por cierto, que justamente en ese programa,
Martínez dijo “Ileana Díaz-Balart”
en vez de Ros-Lehtinen, así de obseso
que va con Lincoln; este episodio, material ideal para sicólogos, puede ser visto como trailer en You Tube*. Mientras, ya no dudo que en
alguna heladería en Hialeah cuando la camarera le pregunte el sabor de helado, Martínez diga que quiere un par de bolas de "Díaz-Balart" en vez de "chocolate". (¡Oh!, las embarazosas trampitas que nos tiende una idea fija...). También, me impaciento por ver si acaba de
ponerle freno a Max Lesnick, Francisco González
Aruca y los otros juglares oficiales de la tiranía
castrista en Miami, que con sus antenitas espasmódicas
enseguida olfatean ovejitas que reclutar para
su redil. En lugar de seguir permitiendo las
veladas lisonjas de personajes como Randy
Alonso, Lázaro Barredo y comparsa en la "Mesa
Redonda" de Cubavisión, de Carlos
Lazo y Álvaro Fernández de ProgresoSemanal.com,
y de Jean-Guy Allard en Granma Internacional
entre otros, debería pararlos con un
reivindicatorio"¡hey, no se confundan conmigo!",
pero todavía no le he escuchado hacerlo.
Martínez apunta como un problema de Díaz-Balart
que éste cite a estos personajes y medios como su fuente de información; ¡no, no!, el problema es de Martínez, que en esas fuentes es
sujeto de elogio. Y así me asalta una
interrogante inquietante: ¿Cometerá
Martínez —aunque ése sea
su pleno derecho de hacerlo— el error
de aceptar donaciones de campaña de estos
personajes, como hizo espléndidamente
Aruca con Cusack hace 10 años según
revelara el propio conductor en su programa de radio
“Ayer en Miami”?
Sin embargo, no crea que la mayor derrota política
de Raúl Martínez es perder la
silla congresional contra Díaz-Balart,
sino todo lo contrario: ganarle. Ése
sería su descalabro supremo, más
allá de la satisfacción personal
que la fútil victoria podría agenciarle
momentáneamente. Es fácil vaticinar
desde este mismo segundo que, de ganar, Martínez
se convertiría en el recordista de más
breve estadía en el Congreso, pues tan
pronto como en la próxima elección
sería derrotado por cualquier retador.
¿Y por qué? Pues porque en el
alma de Martínez no habita ni habitará
jamás un congresista. El Congreso no
es el medio vivencial ni emocional de Raúl
Martínez quien, anodino, se diluiría
allí. El Congreso de los Estados Unidos
está muy lejos de ser la alcaldía
de una ciudad pequeña —atípica por demás—,
y no es pilar para decisiones unipersonales
o para exhibir molduras caudillistas, y mucho
menos para dirimir discrepancias a trompadas
como hizo contra aquel chiquillo en una calle
de Hialeah frente a las cámaras de televisión (You Tube de nuevo).
Raúl Martínez, con una torpeza
de campeonato, ha cambiado la probabilidad de
ser un buen alcalde condal por la de un congresista
mediocre. Pero él, que a diferencia
de los otros rivales de elección —Joe
García v.s. Mario Díaz-Balart,
Annette Taddeo v.s. Ileana Ros-Lehtinen—
se está jugando todo su capital a un
solo número de la ruleta política,
gane o no gane, con su postulación, ha
enfilado su auto sin luces a un oscuro callejón
sin salida, que le advertía claramente
en la entrada que era un dead-end. Rodeado como
aparentemente lo está de yes-men, o con
los oídos taponados como los marinos
de Ulises para que no escucharan los cantos
de sirena —que en este caso serían
los buenos consejos que de seguro le han dado
y desecha—, Martínez está
por su albedrío al timón de su
Titanic privado y ya no hay quien lo salve de
su encuentro con el iceberg que lo partirá
en dos y hundirá para siempre lo que
queda de su carrera política.
Naturalmente que toda esta meditación
parece un ataque contra Raúl Martínez.
No lo es. Por el contrario, es un breve tratado
de lo que debe hacer si quisiera llegar lejos
en su carrera contra Lincoln Díaz-Balart.
Su jefe de campaña —¿lo
tendrá o acaso es él mismo?—
haría bien en mostrarle esta receta y
él, antes de inflamarse y preguntar quién
es el desgraciado que escribió este artículo,
debería murmurar "¡hum!, aquí
se encierra una lección para mí",
y en consecuencia corregir el rumbo. Pero la
soberbia genera cerúmen, y la cólera
miopía. Martínez no comprende
que, de vez en cuando, es bueno aceptar que
a uno le susurren al oído, "oye,
te huelen los pies..."
*Este video ha sido sorpresivamente retirado del link de YouTube sugerido debajo como No.1. Los otros dos sí permanecen vigentes.