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¡ENHORABUENA, RÍO..!

Río de Janeiro resultó coronada como la sede de los Juegos Olímpicos del 2016, derrotando a Madrid, Tokío y Chicago, que eran las otras ciudades candidatas. Por qué prefiero que Brasil se haya ganado la sede y no Estados Unidos...

Por PEPE FORTE/Editor de i-Friedegg.com /Ilustración fotográfica del autor.

Posted on Oct. 3/2009

El viernes 2 de octubre el mundo amaneció sobre ascuas, más particularmente algunos polos como las ciudades de Madrid, Tokio, Chicago y Río de Janeiro, pues desde Copenhage, la capital de Dinamarca, ese día se haría el anuncio de la sede para los juegos olímpicos del 2016. A última hora el pugilato por la elección se calentó pues el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, acompañado de su primera esposa, la Primera Dama, Michelle, viajó hasta Europa para intentar influir con su presencia para que el Comité Olímpico Internacional se inclinara por Chicago. No ocurrió así, sino más bien todo lo contrario: en la primera ronda la candidata norteamericana fue eliminada. Finalmente la agraciada resultó la bella Río de Janeiro, la capital de la alegría de Brasil.

La presencia de Obama resultó contraproducente a pesar de lo que opinó mucha gente y él mismo. Mas allá del rumor aun persistente de que el actual presidente de los Estados Unidos nació en Kenya —lo que lo haría ilégitimo en la Casa Blanca—, Obama, según la opinión oficial, llegó al mundo en Hawai, pero su protagonismo político nada tiene que ver con el bello conjunto de islas del Pacífico sino con Chicago, de donde era senador y fue catapultado a la presidencia del país. “Fue en Chicago donde Michelle y yo nos conocimos”, mencionó Obama en el marco de la puja por la sede, una especie de candoroso toquecito humano con pretensiones de conmovedor. De nada valió…

Que el COI hubiese escogido a Chicago habría sido una brizna de viento fresco para la impopularidad de Obama, castigada por el asunto de las tropas para Iraq y Afganistán, y por el entorpecido plan de salud, todo lo que ha logrado un recordista declive de la aprobación del mandatario. El Hijo Pródigo de la Ciudad de los Vientos habría vuelto a casa con la simbólica antorcha de un triple triunfo: El premio a Chicago como capital olímpica del 2016; Estados Unidos sería nuevamente plataforma del magno evento evento deportivo, y la economía recibiría un empujoncito.

A nivel personal, significaría un gran satisfacción porque, de ser reelecto para un próximo período, Barack Obama asistiría a los juegos olímpicos del 16 todavía como presidente, en la ciudad que despegó políticamente.

Aunque organizar unos juegos olímpicos son cosa de naciones “grandes” por la inversiones que entraña, muchos analistas aseguran que resulta en un gran negocio porque genera más dividendos que gastos y, además, la ciudad seleccionada luego se queda con un conjunto de construcciones e instalaciones a las que les sacará provecho por años, a pesar de la realidad de que las lizas envejecen.

Vivo en Estados Unidos, país al que quiero. Por tanto, doblemente, me habría gustado que los Juegos Olímpicos del 2016 hubiesen sido concedidos a Chicago. Si nos atenemos a lo que el evento produce, habría resultado desde ya un impulso a la economía, generando empleos y toda actividad recompensadora para la sociedad. Pero prefiero que haya ganado Río…

¿Por qué?

Estados Unidos no es un país de entusiasmo olímpico. Las olimpíadas generan un frenesí del que la ciudadanía norteamericana parece ser inmune. En cualquiera de los países de América Latina o de Europa, la cita deportiva cada cuatro años anima a la gente, pendiente de cada competencia y afanosa por llegar a casa a ver la televisión. La primera vez que Estados Unidos pareció un poco más animado con una olimpíada fue el año pasado, cuando las de Beijing, acaso gracias a una subliminal movida de los medios aquí porque China es nuestro gran socio comercial. Quién sabe si esa conducta cambie y para las olimpiadas del 12 o del 16 Estados Unidos se abrace a la emoción que sienten otros países por el encuentro.

Por otro lado, las ceremonias de apertura y clausura nortemamericaas, padójicamente en el país que produce unos shows de campeonato, son deslucidas y carentes del acento artístico que hemos visto en el pasado en Barcelona, Sidney y Beijing, por solo mencionar algunas.

Las olimpíadas no se otorgan a ciudades, sino a países. Pero sin duda el júbilo desborda las fronteras de la urbe agraciada para convertirse en celebración nacional. Así que si consideramos países o continente, España ya ha disfrutado de estas competencias y Japón también, pero nunca Sudamérica ha visto unas. Desde 1968, con las de Ciudad México, los juegos oleimpicos no han vuelto a pisar Latinoamérica.

Brasil es un país entusiasta, de gran espíritu deportivo, y Río de Janeiro, amén de su belleza, es en particular una ciudad con vocación para el jolgorio. No dudo que pueda organizar unos juegos olímpicos de verano memorables… a ritmo de samba. ¡Enhorabuena, Río..!

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