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Un ícono del feminismo patriótico norteamericano.
 

Por PEPE FORTE/Editor de i-Friedegg.com,
y conductor del programa radial semanal AUTOMANIA
que se transmite cada domingo de 12:00pm a 1:00pm ET
por WQBA 1140 AM, y de EL ATICO DE PEPE,
de lunes a viernes de 5:00pm a 6:00pm ET, por WAQI 710 AM,
en Miami, Florida, ambas emisoras de UNIVISION AMERICA

Posted on Sept./2013

Después que a la histórica planta automotriz de Michigan donde la legendaria Rosie the Riveter (o Rosita la Remachadora) trabajó durante su conversión para hacer bombarderos para la Segunda Guerra Mundial se le extendió una moratoria hasta el 1ro. de octubre con tal de recaudar 8 millones de dólares para salvarla de la demolición, resulta que el 5 de septiembre se anunció que, definitivamente, sería arrasada para construir allí una pista de pruebas y un nuevo centro de investigación automotriz. Uno de los abogados de su supervivencia fue Bob Lutz —toda una personalidad del universo de Detroit—, vicepresidente de la junta al rescate, que quería perpetuar la famosa ensambladora de Willow Run, convirtiéndola en un museo aeronáutico. Hay que recordar que Lutz fue un piloto de caza y un entusiasta de la aviación.

La memorable facilidad, ubicada en Ypsilanti, en los alrededores de Detroit, fue construida a principios de los años 40, diseñada por el afamado Albert Kahn, quien tenía gran experiencia en este tipo de construcción. Pertenecía a Ford Motor Company y allí se fabricaron todos los bombarderos B-24 Liberator, que tuvieron un rol protagónico sobre todo en el teatro europeo aéreo de la conflagración bélica más grande del mundo.

Así, la instalación fue una pieza clave en lo que el presidente Roosevelt llamó el Arsenal de la Democracia. Al conseguirse la paz, bajo ese techo comenzó a hacerse desde 1953 la célebre transmisión automática Hydramatic de General Motors, hasta que la operación recesó en el 2010.

Ypsilanti ha jugado un importante rol en la industria automotriz de Detroit. De 1920 a1922, Apex Motors produjo allí el ACE Car, y Preston Tucker desarrolló y fabricó su famoso Tucker de 1948.

El malogrado Tucker. Este es el que se encuentra en el mini-museo del viñedo Coppola, en California, el mismo que apareció en la película del genial director de cine (foto de PEPE FORTE).
 

En 1945 Henry J. Kaiser y Joseph W. Frazer compararon la instalación y en su interior ensamblaron sus autos Kaiser y Frazer. Ypsilanti además fue el último punto en la geografía norteamericana que tuvo un concesionario de Hudson.

Pero, curiosamente no es por su protagonismo automotriz que se quería salvar la planta, sino porque a su amparo nació un símbolo norteamericano: Rosie the Riveter. ¿Y quién fue Rosie the Riveter?

Rosie the Riveter es una mezcla de realidad con símbolo de ficción. Representó genéricamente a la mujer norteamericana —que por entonces era más ama de casa que empleada pública—, que trabajó como obrera en las facilidades que produjeron material bélico para las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos y de los Aliados durante la Segunda Guerra Mundial. Es una imagen de feminismo patriótico.

El término Rosie the Riveter fue usado por primera vez en 1942 en una canción titulada así que escribió Redd Evans y que interpretó Kay Kyser y su orquesta. Parte de la letra reza, All the day long, whether rain or shine, she's a part of the assembly line. She's making history, working for victory. Keeps a sharp lookout for sabotage, Rosie buys a lot of War Bonds, sitting up there on the fuselage. That little frail can do more than a male can do... Rosie, brrrrrrrrrrr, the riveter.

La imagen gráfica más reconocible de Rosie the Riveter es la del póster de Westinghouse, de 1942, que muestra a la chica alardeando de la fuerza de su bícep, al tiempo que exclama enérgicamente We Can Do It, o ¡Podemos Lograrlo!

El artista fue Howard Miller, quien se inspiró en un par de fotografías de dos muchachas obreras de la industria de guerra, Ann Arbor y Geraldine Hoff; esta última entonces tenía sólo 17 años.
La bella Geraldine Hoff, en su mocedad. Falleció en el 2010 a los 86 años.
 
Pero resulta que el ojo creador del artista “importó” elementos visuales de una mujer ajena, Verónica Foster, otra obrera de la industria militar, cuya figura fue usada en una propaganda titulada Ronnie, The Bren Gun Girl, y quien diariamente usaba el pañuelo a la cabeza, inmortalizado en el afiche de Westinghouse.
Verónica Foster...
 

Verónica, canadiense, trabajaba para la fábrica de ametralldoras ligeras marca Bren, y de ahí le viene el nombre al cartel.

Pero sin duda —¿cómo no?—, la mejor representación de Rosita la Remachadora fue la del genial Norman Rockwell, que en el número del Saturday Evening Post correspondiente al Memorial Day del 29 de mayo de 1943 expuso su propia versión de la iconográfica chica en la cubierta de la publicación: Rosie, vestida con overall de trabajo, sentada informalmente sobre un casquillo de artillería durante un break para el lunch, degustando un sándwich mientras el remachador neumático descansa sobre sus muslos.

Para la pose, Rockwell se inspiró en la representación de Isaías, de Miguel Angel, pintada por él en 1509 en la Capilla Sixtina.

La heroína, en gesto de desprecio, apoya sus mocasines Penny Lover en una copia de Mein Kampf, de Hitler. Rockwell utilizó como modelo para el rostro al de la telefonista Mary Doyle Keefe, que tenía 19 años, pero se lo colocó a una mujerona de más cuerpo, de modo que el artista luego se disculpó con la muchacha.

Esta es Mary Doyle Keefe, sosteniendo orgullosa una copia enmarcada de Rosie The Riveter, cuando en el 2012 cumplió 90 años.
 

Mas, estas chicas fueron tan sólo la base, el modelo para que los artistas las reflejaran con sus lápices y pinceles. De modo que aflora la pregunta de nuevo: ¿Existió en la vida real Rosita… brrrrrr… brrrrrr… la Remachadora?

Se dice que sí, pero que la imagen universalizada de Rosie salió no de una, sino de varias “fuentes” femeninas de carne y hueso. La primera fue la obrera Rosie Bonavitas que trabajó para la firma aérea Convair, pero la planta no estaba en Michigan, sino en San Diego, California. También de Rosalind P. Walter, que laboraba en la planta del caza F4U Corsair.

Sin embargo, la relación más cercana entre ser humano y emblema parte de Rosie Will Monroe, que nació en Kentucky en 1920 pero que se mudó a Michigan durante la guerra y trabajó como remachadora en la planta de Willow Run en Ypsilanti, donde se hacía el B-24.

La verdadera Rosita La Remachadora...

 

Al terminar la guerra y tras trabajar tan cerca de los aviones, la auténtica Rosie desarrolló una afición por los aviones que la condujo a que a sus 50 años obtuviese la licencia de piloto. Sin embargo, su carrera alada terminó cuando en 1978 se estrelló a bordo de su pequeño avión monomotor, accidente que le costó un riñón y la visión de su ojo izquierdo. Murió finalmente el 31 de mayo de 1997, a los 77 años en su casa de Clarksville, en Indiana.

La imagen de Rosita la Remachadora pegó tan bien en la ciudadanía, que fructificó en una variante, Wendy The Welder, o Wendy la Soldadora, que se apoyó en la joven Janet Doyle, que trabajaba en los astilleros de California en los barcos de la Marina.

El símbolo de Rosie The Riveter no sólo representó y elogió el potencial patriótico de la mujer norteamericana, sino que también fertilizó el laboral: contribuyó a que en lo adelante, especialmente tras la guerra, muchas mujeres de la nación considerasen tener un empleo, y eso terminó engrosando las fuerzas productivas de la nación en una serie de ramos, lo mismo vistiendo femeninas faldas que vaqueros de trabajo según la plaza ocupacional.
Un grupo de orgullosas Rositas las Remachadoras ante la unidad 6000 del bombardero B-24 que se producía en la planta de Willow Run, que va a ser demolida.
 
A casi 70 años de terminada la guerra, la imagen graciosa y a la vez heroica de Rosie The Riveter, prevalece como uno de los símbolos más admirables de la más genuina esencia del pueblo y la nación norteamericana.