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JAGUAR XF 2009: Más allá del reemplazo del S-Type



Por PEPE FORTE/Fotos del autor.

Una de las satisfacciones más grandes que como periodista de automovilismo he tenido ocurrió en 1999, en Miami, cuando probando un vehículo que apenas acababa de llegar a los concesionarios, me detuvo un carro de la Policía... porque el oficial, fascinando con el automóvil quería verlo de cerca. Como para hacer un comercial de TV ¿eh?

La experiencia, a pesar de curiosa, fue mortificante. Lo de 'satisfacción' proviene del carro en cuestión que tanto me plació probar. Era un Jaguar S-Type...

El Jaguar S-Type es uno de los autos más bellos jamás construidos, y probablemente la más exitosa y genuina inmersión retro de un fabricante de automóviles. Insisto en el adjetivo de "genuina" porque mientras el PTCruiser —que parece una reencarnación escapada de un catálogo de autos de antaño—, está basado en un Ford de 1937, el S-Type sí está en familia, como esos nietos que se parecen a rabiar al abuelo, porque fue diseñado a partir del bello Mark de a finales de los años 50. Pero justo eso es lo que lo mató porque como he dicho otras veces, vehículos tan radicales en diseño como él, o como la minivan Chevy Lumina de 1991 y el mismo PTCruiser, el S-Type es irrediseñable porque de admitir algún cambio dejaría de ser el mismo. Por eso ahora ha sido reemplazado por el Jaguar XF.

La palabra reemplazo aquí sí cuenta hasta el fondo, porque no se trata de una nueva versión del S-Type, sino de un vehículo totalmente distinto que, para comenzar, cuenta con características dramáticamente distintas cuando es comparado con el antecesor, y de éstas hay que destacar que posee un motor de cilindrada que el S-Type regular nunca tuvo. Se trata de un motor V-8 de 4.2 litros, el único que se ofrece en los tres cortes que viene el XF, aunque en la versión premium trepa a turbocargado, de manera que se rebela a los 300hp caballos originales del motor de alimentación normal de los dos modelos inferiores, para lograr 420. 

El XF es bello como todo Jaguar. Jaguar es una compañía que, detractores aparte —con razón o sin ella— tendrán que admitir que nunca, nunca, nunca ha producido un auto feo. Y el XF integra esa nómina de beldad histórica, a pesar de que ya hay quienes han dicho que se trata de un coche sin personalidad, que parece un cóctel de styling cuyos ingredientes son el Aston Martin, el Maserati, el Volvo y el BMW. Caramaba, no hay que exagerar, que con dos basta...

   Aprovechando la crítica —y para salir del mal trago lo más rápidamente posible— podría rendirme ante una parte de esos argumentos y agregar que la parrilla delantera, hermosa en diseño, es sin embargo escandalosamente plástica y que por el precio del vehículo, mejor me compro un Jag de verdad... es decir, un XJ. Pero ahí paro. Aplaudo la entrada al mercado del XF como sustituto del S-Type, que ya no tenía para dónde ir. Además, durante mi semana de pruebas a donde quiera que llegué nadie me miró con desgano, y en los valet parkings me concedieron un trato preferencial. Por otro lado, no hay que olvidar que muchos expertos continúan haciéndole muecas a este concepto de cupés de 4 puertas que se ha puesto de moda —lo mismo dijo alguna gente cuando tropezó por primera vez con una hamburguesa de pollo...—.

El XF se desplaza con una mezcla de lo que es: un auto refinado con espíritu deportivo. Es cierto que muchos V-6 generan los 300 caballos del V-8 regular del nuevo felino sobre ruedas, pero tampoco se puede decir que el XF necesita vitaminas. El ruido del motor se cuela un poco dentro, pero es un ruido bonito —lo motores son como las voces de la gente... unas suenan bien, otras mal—. El XF suena viril, potente. Y este es otro punto interesante: el XF tiene un feeling más masculino que el S-Type, de preferencia de la demográfica femenina.

Por fuera lo distingue el elemento de la "branquias", que está al final del guardabarros delantero donde éste se encuentra con la primera puerta. Esta falsa abertura vertical Jaguar ya la usa en más de un modelo.

El flamante XF no es un auto invisible. Tampoco es una comparsa que se cruza con un funeral, pero sí se destaca y es percibido por la gente como un auto de distinción, con clase. Mas, a pesar de todo lo que pueda llamar la atención por fuera, este es otro de los vehículos cuyo interior rebasa al exterior.

El interior del XF maybe no llega al grado de elegancia de la serie XJ, pero sí es finísimo y, además, es muy auténtico en sus pretensiones porque revela que es también un auto sporty. Combina en dosis perfectas la presencia de los toques en madera con el metal. Los acabados en este último material, gracias a las texturas, el matiz y la discreta intensidad de su brillo combinado con el cuero, hacen del Jaguar XF un vehículo a respetar por dentro. Además de la íntimamente acogedora iluminación en un tono de azul aqua que domina la pizarra y los instrumentos, hay dos detalles primordiales en el diseño de cabina del XF. El primero, que las toberas del aire acondicionado se cierran o abren teatralmente al pagar o encender el motor —cosa que ya habíamos visto a bordo del malogrado Volkswagen Phaeton— y, segundo, la ausencia de la palanca para accionar la transmisión automática tradicional de Jaguar cuyo recorrido describe una "J". En su lugar, un botón metálico redondo emerge de la consola de los asientos cuando se pulsa el botón de ignición del auto, y se oculta nuevamente cuando apagamos el carro. Para los que, como este servidor, tienen la mala costumbre de conducir con la mano derecha apoyada en la palanca de cambios, este botón nos hace sentir tan torpes como los cantantes de a principios de los '70 que, cuando empezaron a usarse los micrófonos inalámbricos no sabían qué hacer con la otra mano que generalmente ocupaban en tirar el cable. Quizás la idea no perdure en modelos ulteriores, quizás a la larga sea criticada... O.K., lo que usted quiera, pero no podrá que no es una solución ingeniosa y... cool.

Y ya que mencionamos la "palanca" de cambios, ¿Qué transmisión emplea el XF? Automática de 6 marchas con los llamados paddles en el reverso del volante para que el conductor haga los cambios a su antojo. By the way, son las primeras "paletillas" de este tipo que quedan ocultas tras el timón.

Como para no dejar de ser Jaguar —exceptuando el Vanden Plas— la distancia para las piernas en el asiento trasero es tan angosta como en los atestados aviones de las aerolíneas del Pacífico. En cambio las butacas delanteras con su diversidad de posiciones de acomodamiento eléctrico le ganan en comfort al sofá del rey de los haraganes. Los instrumentos son de fácil lectura y acceso, y particularmente me conquistaron los botones que incluye el volante, tan sofisticados como los de las cámaras fotografías profesionales. La pantalla tipo touch-on para el estéreo, el climatizador y el sistema de navegación satelital es de gráfica avanzada, aunque me resultó un poco trickie de operar, por lo menos en el uso del CD player. El estéreo es trabajo de Bowers & Wilkins, con sonido envolvente de tres canales o tipo surround sound, aunque para mi gusto lo hallé muy saturado en bajas frecuencias —pero ésa es  la moda de los últimos 10 años. Y la visibilidad hacia atrás no es muy buena. Como el parabrisas trasero es de inclinación aguda —es decir, es más horizontal que en otros muchos autos — en la semana que lo probé en Miami llovió a cántaros y, al acumularse las gotas de lluvia sobre su superficie, mirar hacia atrás a través de él por el retrovisor central era imposible. Claro que lo habría afeado, pero este auto agradecería una escobilla de limpiaparabrisas allí, al estilo de los SUV's o las minivans.

El rodaje del XF es medio rígido, típico de auto europeo deportivo, aunque no tanto como se puede sentir en el Audi A5. Es una nueva estructura de suspensión que comparte componentes con la serie XK —a propósito, no sólo estos elementos, sino el tren motriz también—. Así que no tema entrar en una curva con el XF; el vehículo responde... y esta conducta de manejo es común a los tres cortes en que se ofrece la más reciente añadidura de Jaguar: Luxury, Premium Luxury y Supercharged. Los ofrecimientos de extremos a extremo son: llantas de aleación de 18, 19 ó 20 pulgadas, claraboya, acceso e ignición remotos sin llave, retrovisores con atenuador de destello, volante eléctricamente telescópico, climatizador dual, butacas delanteras eléctricas de 10 a 16 posiciones con calefacción o refrigeradas, y mucho más.

En el acápite de seguridad, el XF cuenta con sistema de sensores de aproximación frontal, lateral y trasera, que asociado a la cámara de vídeo en reversa, junto al sonar y un esquema de cercanía que se puede ver en la pantalla de la consola, auxilia muchísimo al dar marcha atrás o al estacionar en lugares angostos. Pero además, el sofisticado sistema de aproximación lateral a objetos estáticos o móviles que se revela con indicadores lumínicos color naranja en los retrovisores laterales, evita colisiones de lado en la autopista. A esto se suman los frenos ABS, prolijas bolsas de aire y toda una panoplia de sistemas de control y estabilidad en frenado y rodamiento.

Si a pesar de todo esto, el XF no lo conquista —cosa que dudo—, le dejo para el final, como los chocolates de cortesía de un hotel, un par de detalles de esos que hacen que uno termine casándose con Juana después de haber evitado sus flirteos, cuando descubrimos que ella el café como nadie. Bien: en cuanto usted entra al Jaguar XF, le saluda la luz titilante del botón de arranque ubicado horizontalmente en la consola entre los asientos aledaños, que le invita a echar a andar el motor. El otro, que la guantera carece de manija. Un pequeño circulito dorado impreso en la incrustación de madera que la contornea sirve para abrirla. Si lo aprieta no abre, pero si lo roza con la yema del índice, sí. ¿Sofisticado, no?

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