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por PEPE FORTE, editor del Canal de Autos de iFriedegg.com
y conductor de AUTOMANIA de WQBA 1140 AM Univisión Radio

Fotografías del autor y de Infiniti.

Posted on April/2012 • Reviewed live! on AUTOMANIA on March 31/2012

Échame a mí la culpa es la canción de "Ferrusquilla” que con amargura todavía canta por los rincones la crisis económica con George W. Bush como jinete, porque casi todo mal que se pierde por ahí es atribuible a ella. Como en el universo automotriz, que la bancarrota de dos de los Tres Tenores de Detroit, y hasta el “Septiembre Negro” de Toyota cuando en el 2009 la exitosa compañía vendió menos carros que nunca desde su fundación en 1937, se los anotaron a aquélla.

Pero muchos de los tragos amargos que el mercado del automóvil paladeó hasta casi ayer por la tarde, más que en la aterradoramente quebrada línea descendente de las gráficas, la raíz del asunto se halla en casa, es decir, en la propia industria sobre ruedas, en decisiones erradas, de largo acumuladas y, peor aún, alimentadas. Una de éstas fue el afán de muchas marcas, tanto las emergentes como las de viejo establecidas, de participar en todos los segmentos, y así se embarcaron en categorías en las que no tenían historia ni clientela, y que los prospectos olímpicamente ignoraron —todavía da tumbos en venta la magnífica pick-up Tundra de Toyota.

Pero, qué va, dale que dale… que de seguro muchos de los CEO’s hallaron inspiración en la historia que asegura que de insistencia logró éxito el Coronel Sanders. Pero una cosa es vender carros y otra pollo frito. Lo único que nos faltó ver fue una camioneta Lamborghini, un crossover Ferrari y un Subaru convertible.

Menos mal que Dios es grande…

La idea de que cuando un prospecto entraba en un concesionario dado el vendedor lo tomara por la manga y bajo un mismo techo lo conquistara con una panoplia de vehículos que iba desde la talla de un Smart a un Hummer H1 —o más o menos— con tal de que el marchante no haciera mutis al dealer de la acera de enfrente, lejos de beneficioso, para algunas compañías se volvió contraproducente. La Ridgeline que Honda no vendió, pesó más como número negativo que la venta de otra que se la arrebató a una Dodge Dakota. Y espera, que no hemos terminado aún: Lo del papel carbón —los modelos duplicados dentro de las divisiones de una marca—, fue otra metedura de pata.

La lección era simple, pero había demasiados gatitos con los ojos cerrados… que no vieron que en el 2009 dos de las compañías que resultaron lucrativas de apenas sólo la media decena que así se comportaron, fueron Subaru y Mini Cooper. La primera tenía una paleta simple y bien definida de opciones dentro del espíritu típico de la marca, y la otra, por entonces, ofrecía un solo modelo.

No fue magia, sino lógica.

Chrysler olvidó sacudir la mata para que cayeran los Jeeps sobrantes —cosa que todavía debe hacer Marchione—, y GM, glotona y maternal como la gallina con sus huevos, batalló por retener bajo su sombrilla a un montón de marcas que más a la corta que a la larga perdió en un proceso doloroso, comparable a la amputación.

Luego, como el Nilo tras el aluvión, las aguas recobraron su nivel pero hoy, pasado el susto, en algunos casos pareciera que ya se calientan motores para volver a emprender la misma senda de faltas —creemos que a Chevrolet ya empiezan a sobrarle modelos—.

Por eso, cuando escuchamos que tal marca va a introducir un vehículo totalmente nuevo, alzamos las orejas en señal de alarma... y si nos ve nadie, nos echamos a temblar. Es lo que acaba de pasar con la presentación de un totalmente nuevo de Infinitihowever, NO HAY NADA QUE TEMER.

Acudimos al lanzamiento internacional del flamante Infiniti JX en Charleston, South Carolina, entre el domingo 25 de marzo y el lunes 26 de ése, en lo que fue la última ola de periodistas de automovilismo domésticos, pues el resto de la semana llegarían los de Canadá, China, y el Medioriente.
El evento fue exquisitamente planeado por Prestige Auto Specialist, con base en Boca Raton, en la Florida y que nuevamente dio muestras de desconocer el tope de la excelencia, porque se supera en cada entrega. La atención fue personalizada hasta el detalle por parte de Marcello Serrato, presidente de la entidad que ostenta un creciente número de marcas de autos —Infiniti es una de sus cuentas— y a cuyos modelos ubica en la agenda de rotación de prueba para los periodistas de automovilismo de la gran área interestatal que atiende.
Lo mismo de Tony Serrato, que ejecutó el plan con precisión micrométrica y su cordialidad inigualable que le caracteriza.
Fuimos hospedados en el Restoration Hotel, una joya arquitectónica de la hermosa ciudad sureña, con pisos de madera originales del siglo XIX. En nuestro caso particular se nos concedió una suite quita resuello por su lujo y hermosura.

Charleston es conocida vernáculamente como La Ciudad Santa porque es la de Estados Unidos que más templos posee por pie cuadrado… lo cual —ironizando— resulta muy conveniente para los caballeros el domingo por la mañana, pues siendo un centro universitario con una gran población flotante juvenil, además tiene otra estadística de peculiar atractivo: se halla allí a 10 mujeres por cada hombre…

Además, el downtown de Charleston es todo un manifiesto Art Deco en arquitectura.

La ruta de test para el vehículo, trazada por Prestige, era larga, de alrededor de 100 millas, con cruce por la ciudad y una buena mezcla de autopistas con carreteras de segundo orden donde poner a prueba el desenvolvimiento del vehículo.
Un alto en el camino observó la visita a Boone Hall Plantation & Gardens, una mansión hoy convertida en museo.
El sitio se conserva como testigo del vergonzante pasado esclavista de la nación, ya superado. En la entrada, conmueve ver a más de un siglo de distancia los barracones para esclavos.
El almuerzo fue en el atractivo retiro de Barrier Islands, en NC.
El viaje también sirvió, en estos tiempos de alza del precio de la gasolina, para dejar registro de a cómo la vimos en South Carolina.

Entrando ahora en el sujeto: Nada que temer, decíamos arriba, una vez puesto a dormir el deja vu, respecto de un probable vehículo duplicado en Infiniti. Mira, que la tentación por errar aún acecha…

El Infiniti JX, un crossover, llena un vacío que la firma sufría, un nicho colegiado en el mercado automotor.

De arriba hacia abajo, en lo que a SUV’s y crossovers respecta, Infiniti sitúa en el vértice al espectacular QX56, por cierto, recientemente rediseñado en su segunda generación.

El QX56 es un SUV de tamaño completo, erigido sobre la plataforma de la camioneta Nissan Titan. Y lujo y todo de por medio —y a todo dar, hemos de subrayar—, el QX tiene modales de camión y por tanto es predilecto de la demográfica masculina.

El vehículo que viene inmediatamente debajo es el FX, el crossover más bello del mercado y que en styling se aparta de la manada. Todos los demás querrían parecerse a los modelos del FX, pero los FX’s no se parecen a nadie.

El FX, por otra parte, se comporta casi como un auto deportivo. Ése es su lenguaje, y he aquí que de nuevo te topas con la demográfica masculina a caballo del vehículo. ¿Y qué entonces del crossover de familia de Infiniti? Ese es el JX.

Hasta ahora, los fans de Infiniti, como las palomas que escapan al palomar del vecino —ya sé, ya sé que ornitológicamente esto es imposible…—, tenían que volar al Audi Q7 o —acaso gruñendo—, al Acura MDX o al Volvo XC90. El sucedáneo sería quedarse en familia y bajar al nuevo Nissan Pathfinder del 2013 que promete ser casi tan nice como el JX… pero éste no estará en los concesionarios antes de fin de año. Glup..!

El JX pues tiene la talla ideal y la conducta de manejo de un auto de familia, decorado con todos los lujos y mimos característicos de Infiniti. Por sus medidas y manejo, es entonces el crossover con que la firma pretende cantar su canto de sirenas, pero no para Ulises, sino para la demográfica femenina —¿sería por eso que lo lanzaron en Charleston? Naaa… pura coincidencia—.

El vehículo, por el momento, se mueve gracias a una sola alternativa motriz, el V-6 de 3.5 litros que genera 265hp y 248 libras por pie de torsión —¿por qué no le pusieron el 3.7?—, lo que resulta en vehículo de menos fuerza que los rivales Q7 y MDX, con 280 y 300 caballos respectivamente. Pero Infiniti hizo su matemática: el JX es 182 libras más liviano que el Acura y nada menos que 872 que el Audi.

En la prueba de carretera nos pareció suficiente esta planta, que además la firma emplea en otros modelos. Mi amigo, compatriota y colega Al Vásquez, de la revista FAMA —condujimos juntos— tampoco emitió ninguna queja por carencia de potencia del más novel de los productos de Infiniti.

Este motor está acoplado a Transmisión Continuamente Variable (CVT, por sus siglas en inglés). Nissan —y su división de lujo, Infiniti—, es la firma que lidera la industria en tal condición; ninguna otra marca tiene tantos vehículos dotados de esta transmisión automática que no hace cambios cíclicos de marcha —ésa es su característica—, sino que acelera linealmente, lo mismo que hacía la antológica Dynaflow de Buick allá por 1957.

Como la CVT no asume nunca un peak de aceleración para trepar a la velocidad superior, hace de todo motor con el que se casa uno más eficiente. Por eso el JX hace 24mpg en la autopista en el modelo con tracción frontal, y 23 con transmisión AWD (todos los modelos que probamos en Charleston eran AWD).

La CVT tiene en el JX uno de sus mejores momentos —me frustra en coches más pequeños de Nissan, como en el Versa anterior, que al acelerarlo grita que parece que lo están matando—, no sólo porque es más discreta como pasa en vehículos de más porte de la firma —el Murano—, sino porque además, a voluntad del conductor se puede hacer saltos en su secuencia… ¡y finge los cambios!

Este es otro atractivo —creemos pues— para la demográfica femenina… pues además de aquello... puede fingir las marchas. Bingo.

Para obtener esta conducta de cambios, se selecciona el modo Sport mediante un botón.

Sentado lo mismo en la butaca del conductor que la del pasajero delantero, el JX es un auténtico Infiniti. Desde el parabrisas se aprecia adelante el escultural morro del auto, aunque no tan voluminosamente como se siente en la serie de sedanes M.
La pizarra es también típica de la más reciente generación de vehículos de la marca, con la consola central protuberante para dos niveles como un piano, aunque se nos antojó menos dramáticamente adelantada como en otros modelos, y ése es otro lenguaje nuevo del JX: que como que recorta las emociones de sus volúmenes; es más moderado, menos estentóreo en líneas por dentro y por fuera que el resto de los vehículos de porte de la marca.

Lo que sería el plano más o menos horizontal de la consola en otros hermanos del fabricante, aquí se siente precisamente menos horizontal.

La botonería de este sector es idéntica a la de otros modelos de Infiniti, y lo que más resalta visualmente en el gran enchapado en madera sobre el que se asientan los controles de audio, navegación y climatización. Es el punto focal del interior, lo mismo que la consola entre los asientos, desde la que se empina la palanca de cambios, envuelta en cuero, con puntadas.

Los relojes son de fácil lectura y los botones del volante, hermosos y bien emplazados.

En general, para todos los que la habitan es —no importa en cuál fila de asientos—, una cabina agradable, acogedora, y lujosa sin discusión, como cuando nos enfrentamos a un sofá caro.

Por fuera se le reconoce como Infiniti por su escultural frente —llamado de “ola”— y por su típica parrilla trapezoidal invertida con las líneas verticales combadas hacia adentro —de “doble arco”—. Pero este frente, como anticipamos arriba no es tan “sonoro” a la vista, como en el sedan M.

Existe una dinámica línea fluida, en fuga, en la cintura del vehículo, por debajo del contorno inferior de las ventanillas que Infiniti ha vendo observando, pero en conjunto se trata de styling discreto contribuye a ubicar al crossover exactamente en la posición en que la compañía lo ha ubicado. Y, al observarlo, nos entrega la declaración certificada de que no es el más caro de los Infiniti.
Pero el punto capital en el diseño exterior del vehículo es la última línea vertical de la tercera ventanilla, que hace una curva hacia dentro y que además de ser distinta y única, lo embellece —en Infiniti le llaman Crescent Shaped Pillar—.

Sin embargo, diseño aparte, hay tres nuevas características, de distinta especie, que en particular distinguen al flamante JX.

La primera es que su sistema de comunicación con el conductor contempla una agenda personal que hace las veces de su secretaria privada. ¿Quién negaría que el JX es un vehículo de familia cuando ese sistema le recuerda al marido desmemoriado el aniversario de bodas?

La otra característica: es la primera vez que la segunda fila de asientos se repliega sobre sí misma para facilitar el acceso a la banca trasera.
Lo hace de un modo tan eficiente en que, si aún tuviese una silla para bebés vacía encima, permite de todas maneras el paso.

Mas, lo más notorio —y revolucionario— del JX son dos características de seguridad. Una, una mejora en el llamado sistema Lane Departure, del cual Infiniti es pionera, que consiste en alertar al conductor cuándo este invade negligentemente una senda contigua. Ahora, el sistema corrige el rumbo del vehículo para evitar un accidente, y lo hace de una manera tan gentil que se siente como un leve golpe de viento lateral.

Pero la otra característica es la que se robó el show durante la presentación: el Back-Up Collision Intervention.

Este sistema detecta de manera radial, geométricamente hablando, a través de una combinación de sensores de radar y sonar si cuando ponemos al vehículo en marcha atrás se aproxima hacia nosotros otro objeto en movimiento, o si nosotros nos estamos aproximando a un objeto inmóvil.

Este sistema es utilísimo sobre todo al salir en reversa de estacionamientos entre vehículos largos que nos impiden la visibilidad trasera lateral, y no sabemos si “algo viene”. El sistema detecta cualquier objeto, no importa su índole. Puede ser otro vehículo que se aproxima y que cruzará por detrás de nosotros, nuestro vecinito en su bicicletita o patineta, o simplemente una maceta que alguien sin querer dejó detrás del vehículo.

El sistema no solo alerta sino que, como su nombre indica, interviene. Consta de varias etapas: en la primera, advierte al conductor en marcha atrás con una señal luminosa al pie de los retrovisores laterales que allá detrás hay o viene algo. Esta señal luminosa se acompaña de un beep que se incrementa de manera proporcionalmente directa mientras más nos acercamos al objeto de potencial colisión. Si por alguna razón el conductor está tan entretenido que ni siquiera esto lo sacude, a continuación, el pedal del acelerador se eleva, rechazando, echando, botando el pie del conductor que le oprime. Si aún así el conductor no se percata de la inminencia del choque, entonces el vehículo frena por sí solo, terminado apenas a medio pie de distancia de aquello a lo que le habría pegado.
El sistema se puede desconectar a través de un botón a voluntad del propietario, y ello se hizo pensando en quien utilizaría el JX para, por ejemplo, arrastrar un bote.
Este servidor protagonizó junto al colega Al Vásquez un vídeo realizado por él sobre nuestra impresión de manejo, y otro sobre cómo funciona el sistema, cuyos enlaces al final del artículo conducen al lector a ellos.

Resumiendo: El nuevo Infiniti JX encrana el crossover de familia del que la firma carecía, y que acentúa esa esencia en sus modales de manejo. Es decir, no se comporta como un camión como el QX, ni deportivamente como el FX. Y el precio resulta bastante asequible para ser un vehículo de una marca suntuaria: arranca en $41,550 y va hasta $54,800.

De modo que la máxima virtud del Infiniti JX es que no se trata de un vehículo redundante, que canibalizaría a otros de la marca.

Después del evento, respiramos tranquilos…

 

LINKS a los videos del INFINITI JX (haga click sobre la línea):

• Video de las impresiones de manejo por Al Vásquez y Pepe Forte

• Video del sistema de freno autónomo en marcha atrás

 
A continuación, más fotos del vehículo y del evento: