Juanes va a Cuba y no sólo no cobra, sino que financia de su bolsillo un concierto en un país que no cooperó ni con una silla para el espectáculo, mientras a la gente en Miami le hace pagar la luneta.
Eso es lo que hace Juanes.
Con estos actos Juanes pues demuestra —lo siento, es mi parecer— que no es buena persona ni confiable, que carece de su pretendida sensibilidad y, para colmo, es malgradecido. Juanes no merece a vivir entre nosotros. Juanes no me deja otra alternativa que pensar de él que desprecia a los cubanos de Miami, a Miami, y a los Estados Unidos.
Esto es lo que hace Juanes.
Por lo menos moral —si acaso no legalmente— el paso de Juanes es punible. Si es ciudadano norteamericano, lo que ha hecho es equiparable a un acto de traición. Merecería que le revocaran esta ciudadanía, y de no ser ciudadano norteamericano y aplicar por ella, esta pose suya debería invalidar su otorgamiento. No debe vivir en Estados Unidos quien tras beneficiarse de sus oportunidades, se pone del lado de sus enemigos.
Eso es lo que ha hecho Juanes.
Pero tan mortificante como todo su proceder es ese andar por las ramas, jugando al intelectual —quizás acariciando la idea de ser un Sting en castellano—, cuando se le pregunta cuál es su situación política —aunque creo que eso ya cada vez hace menos falta— y entonces responde con ambigüedades o trata de pintarse en la esquina contraria de lo que predica.
Eso es lo que haría Juanes.
Y eso es ser hipócrita. Merecería más respeto si finalmente se quitara el velo y públicamente dijera ante los medios que siente y padece por la revolución comunista cubana y por su carcomido jefe.
Eso no lo ha hecho Juanes.
No voy a descalificar a Juanes como artista ni a su talento porque haya adoptado una pose política distinta de la mía, que justamente ésa es una de las armas favoritas de la dictadura que él defiende, que suele humillar a sus opositores y descaracterizar su valores. Pero tampoco voy a dejar de expresar una realidad sobre él, que él —y los demás— deben saber —probablemente él lo sepa— y que desde hace mucho, mucho tiempo, debí diseminar: Juanes tampoco es el gran talento musical que “oficialmente” es. Juanes ha llegado a donde ha llegado porque —hay que reconocerlo— es un trabajador infatigable, pertinaz, dedicado. Pero su prominencia es circunstancial, que debe agradecer al panorama de vaciedad, de carencia de talento en la música popular mundial que comenzó en la década de los 90 y que prevalece hasta hoy. Como dice el refrán: en el país de los ciegos el tuerto es rey. Si este mismo Juanes que conocemos tal cual, famoso, ganador de Grammies, con varios CD’s y hits en la radio hubiese intentado trepar a su actual posición en la prolija década de los 80, ninguna de las discográficas de la época —¡ni siquiera la que lo amadrina hoy!— lo habría firmado. Juanes se habría quedado atascado en el mundo de los night-clubs y las presentaciones de segundo orden con perfil de pasatiempo. Y en los 70, ni qué decir: Juanes no habría superado el cantar en alguna esquina de Bogotá “a Dios le pido”, con el estuche de la guitarra abierto en pos de algunas monedas de la gente al pasar.
Sí, creo que él lo sabe…
Quizás por eso, con una carrera que se apaga, no le quede más remedio que hacer ruido y atraer la atención hacia sí a través de Cuba y de la política, aunque se vuelva un miserable.
Eso es lo que hace Juanes.
Cuando con motivo del lanzamiento de su CD “Un Día Normal” entrevisté a Juanes para la revista Mundo del Disco en el verano del 2002 de la cual por entonces este servidor era el publisher, me pareció un muchacho inteligente. Hoy siento pena. No por él, sino por mí, por haber tenido un pensamiento tan desacertado.
Ahora te hablo directamente: Ya no puedo respetarte ni admirarte, Juanes. Alguien —mira a ver quién es— te ha puesto un ancla al cuello —¿es tu manager?— y te ha subido a una máquina del tiempo con la palanquilla en la posición de "Pasado" y por eso te ha dado por asirte a causas trasnochadas.
¿Cómo se sentiría Juanes si los cubanos de Miami comenzaran una campaña de liberación de algunos guerrilleros de las FARC? Los cubanos de Miami amamos a Colombia y hemos sufrido la guerrilla de Colombia como nuestra porque el dictador que nos envió a la diáspora es el mismo que ha alimentado la cruel insurgencia que ha desangrado por años al país sudamericano. Es el gobierno de Cuba el que aboga por legitimizar la guerrilla y liberar a los guerrilleros encarcelados, no sus rehenes. La sangre derramada en Colombia por cuenta de la guerrilla marxista inspirada en La Habana, el temor y los secuestros, pasan diametralmente por el regimen de Castro, y hombres del corte de los cinco espías condenados y presos cuya libertad defiende Juanes, son exactos a los entrenadores prácticos e ideológicos de los combatientes de la guerrilla colombiana. Y resulta que Juanes ha unido su voz a ese gobierno que ha financiado las guerrillas que asolan su país, y se aparea a sus causas.
Eso es lo que ha hecho Juanes.
Otros pueden firmar esa carta si se les atonja y hasta algún lelo Premio Nobel de la Paz que ande por ahí también, pero Juanes, por colombiano, no.
Y eso es lo que ha hecho Juanes.
Por dejar de ser, ya creo que Juanes ni es colombiano ni quiere a su país. Mientras, se deja resbalar por un tobogán de envilecimiento y como una bola de nieve, a cada vuelta que da, más se enloda. ¿Lo habrá filmado el departamento KJ de la Seguridad del Estado que chantajea a sus víctimas con videos personales onerosos?
En realidad, aunque relativamente en menor cuantía, Olga Tañón y Miguel Bosé también han experimentado en su país la penetración soliviantadora de Cuba, con su tatuaje de violencia. No es secreto que miembros de la ETA qu atemorizan a España han sido entrenados en Cuba, y que tras el movimiento de Los Macheteros en Puerto Rico estuvo la mano de Castro. La Tañón y el Bosé no escapan a la ducha de inmundicia, pero lo que los separa del Juanes, es que ellos no viven en Miami.
Esta es una estocada a fondo de Juanes. Alevosa. Como cubano-americano exiliado, no puedo hablar por mis amigos los colombianos que conozco en Miami, ni pedirle actuaciones que a mí y a mis semejantes nos corresponden. Pero como cubano-americano exiliado, como hombre con opinión, creo que el exilio cubano no debe permitir que esta puñalada por la espalda de Juanes se diluya en el olvido. No es exagerado: Juanes, él solo, se merece una marcha entera de protesta de la ciudad para que se largue de ella, pues la ofende. El pensar de Juanes es discordante con el del sitio en que vive. No tenemos pues que tolerar entre nosotros un vecino que masculla entre dientes un resentimiento inconfeso. Que se mude a La Habana si cree que allí es donde debe hacer sus conciertos. Que se mude a La Habana y que allá aglutine a los artistas, intelectuales y de cuanto Dios crió que invitó a su show de cartón, y desde allá, juntándose a Silvio Rodríguez, a Pablo Milanés y a toda figura del entourage ideológico cubano, defienda cada causa castrista y que, además, le mande dinero a la guerrilla. Que se mude a Cuba comunista que desde 1962 intentó bombardear atómicamente a los Estados Unidos que silentemente Juanes odia. Debemos señalar a Juanes como lo que es: Un enemigo público de los Estados Unidos. Y exigirle —insisto— que no nos mienta más, que acabe de arrancarse el velo simulador. Mientras, pensaré que es un cobarde.
La firma de Juanes en esa carta es comparable al atroz comentario de Bosé de que Estados Unidos se merecía el 911 —no lo olvidamos—. No dudo que Juanes piense igual que su amigo.
Yes, eso es lo que hace Juanes.
Juanes, me pongo la camisa negra por ti. Te has cubierto de lodo de pies a cabeza. Nunca estuve de acuerdo con el acto de Saavedra, presidente de Vigilia Mambisa que trituró con una aplanadora tus discos frente al Restaurant Versailles el día de tu presentación en La Habana. Pero hoy estaría de acuerdo con que cada uno de los cubanos de Miami —y tus buenos compatriotas— te enviaran a la dirección de tu apartamento en Brickell un rollo de papel sanitario para demostrarte cuánto necesitas escurrirte la pátina de detrito que te has dado por voluntad propia. En este justo momento, tu sola imagen me produce náuseas...
I finally had it with you, Juanes. Get out of my life, poor little man… |