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Packard CLIPPER 1946:
Nace una estrella

Por PEPE FORTE/ Editor del Canal de Autos de iFriedEgg.com, y conductor de AUTOMANÍA,
programa radial dominical sobre la industria
y el mercado del automóvil,
domingos desde las 12:00pm ET
y sábados desde las 2:00pm ET por WQBA 1140 AM
en Miami, Florida, una emisora de Univisión Radio.

1946 fue un año de neón en Estados Unidos; el primero libre de las mordidas de la guerra, aunque aún con cicatrices. El American Renaissance arranca ahí… ¿y por qué no usar entonces para iluminar el instante una frase tan alentadora —como cursi— como A Star is Born? Es probable que usted esté pensando en la película homónima de 1937, protagonizada por Janet Gaynor y Fredric March, o en la versión de 1954, con Judy Garland y James Mason. O tal vez, si es contemporáneo conmigo, en la infame de 1976 —que nada tiene que ver con el filme original—, con Barbra Streisand y Kris Kristofferson, y la canción-tema Evergreen (like a rose, under the April sun, tra, la, la, la... si usted quiere seguir berreando como la Streisand, es cosa suya).
  
  

Pero el caso es que en 1946, además del citado show, nacieron dos estrellas; una, Liza Minelli —que es la mejor obra de la Garland— y, dos, el Packard Clipper de ese año. No exagero en lo de la estrella naciente aplicado al carro; es que muchos de los anuncios publicitarios del coche entonces eran encabezados con la frase A Star is Born (nace una estrella).

Mas, como siempre, antes de llegar a nuestra estrella de turno, demos una ojeada preliminar a la historia de la compañía y los antecedentes del auto.
  
   Packard nace alrededor de 1890 cuando a Ward Packard, su fundador, se le ocurre hacer coches a motor. Para 1903 ya se había establecido la Packard Motor Car Company, y tan pronto como en 1909 era una de las más firmes fábricas de autos de EEUU. En aquella época, los Packards tenían reputación de coches buenos y caros. Y algunos historiadores aseguran que en 1925 era el líder indisputable en América de los autos de prestigio. No sé...
   
   El crack del ‘29 afectó a Packard —¿a quién no?—. Sus ventas, ya para 1934, estaban tan bajas como 7 mil unidades anuales, de las más de 50 mil registradas en 1928. Es por esta razón que Packard hace un giro de 180º y se decide a por coches más baratos. Así nació la serie 120, que debe el nombre a sus 120" de espacio entre ejes. El coche fue exitoso en 1935 y, en 1939, siguiendo el esquema de recortes, discontinúa para siempre el motor V-12. Packard nunca regresó a su reputación de coches de excelencia. Hmmm…
  
   A principios de los 40, la gerencia de Packard contacta al estilista Howard "Dutch" Darrin —sí, ese mismo, el papá del estrafalario Henry J.— y le hace una oferta: Mil dólares diarios —God!!!— si les presenta un modelo nuevo y atractivo que se pueda poner en producción inmediatamente. Darrin, que había regresado a Estados Unidos en 1937 desde Francia, donde desempeñó una brillante carrera como diseñador de carrocerías caras dijo yes, yes, yesssss!!!, y se dispuso a trabajar en la moratoria de 10 días que los de Packard le impusieron (La canción A Bohemian Rhapsody, de Queen, de 1975, demoró 9 semanas en ser grabada).

Este es el Packard Clipper de 1941, que sirvió de base al de 1946.

¿Qué pasó? Dicen que lo que Darrin dibujó era una belleza, pero no fue aceptada por los sesudos de Packard. Sin embargo, no todo fue en vano: la compañía creó un equipo de diseñadores que comenzó a trabajar en nuevas formas a partir de la idea de Darrin —hay gente con suerte en la vida; de todos modos le pagaron—. Ése es el origen del Packard Clipper, que debutó en abril de 1941 como modelo de ese año. Vendió bastante bien, hasta la entrada de EEUU en la Segunda Guerra Mundial.
  
   Packard produjo y vendió del modelo 41-42 unas 20 mil unidades hasta que la producción se redujo dramáticamente por el conflicto bélico, y entonces construyó unos pocos para uso de la oficialidad. Son esos Packards grises con la estrella blanca del Army pintada en su puertas delanteras que uno ve hoy en las películas de guerra, y de los cuales el más famoso es en el que andaba el General McArthur (en ese carro es que llegaban a tu casa a decirte que tu familiar había pisado sin querer una mina alemana. O japonesa.).
  
   Cuando la guerra termina, Packard, como las demás compañías, regresa a la producción normal y así "nace una estrella", el Clipper del ‘46.

En realidad, el modelo del 46 no era totalmente nuevo, sino un refrito del modelo del 41. Packard no fue una excepción. La guerra había terminado apenas un año antes y ninguna compañía contó con tiempo suficiente para estrenar coches. Mas lo intersante resulta que al observar la historia restrospectivamente, el Packard del 46 se "tragó" al del 41 y por eso mucha gente piensa que el diseño original es el la postguerra.
  
   El Packard Clipper Deluxe Eight de 1946 tenía un motor de 8 cilindros en línea —lo cual puede ser una explicación válida a su morro alargado—, de 282" cúbicas (4.6 litros).

   Contaban con varios modelos colaterales —incluida una versión cupé— para una paleta de precios diversa, pero ya nunca más cara. El Six, que era el más barato, sirvió brevemente como taxi en la época de la novela The Catcher in the Rye de Salinger. La característica común a todos era el grill vertical y flaco con una multitud de barras horizontales delgadas. Los guardabarros, llamados tipo pontón, se integraban muy bien al cuerpo del coche y tenían su mejor momento en el tercio trasero, con un dibujo intersante para el baúl y las diminutas luces rojas traseras divididas en dos, horizontalmente. El parabrisas, todavía plano, de dos secciones de cristal, en cambio era agudo en proyección.
  
   Dicen que rodaba suavemente, que aceleraba muy bien, y que en la arrancada no era un coche vago ni refunfuñón. No puedo opinar por experiencia propia al respecto; faltaban 11 años para mi nacimiento (a propósito, en 1957 nació una sola estrella. ¿Adivina? ¡Oh, no, no yo..! El Chevy Bel Air de ese año). Mi única experiencia a bordo de un Clipper del 46 fue en uno que hacía de auto de alquiler, en La Habana, Cuba, en los años 70, y que todo desvencijado como estaba ahora no me sirve para comparaciones. Y, ¡qué pena!, ya no le funcionaba el silbido que indicaba que el tanque de gasolina estaba a punto de repletarse.
  
   Luego del Clipper del 46 vinieron otros modelos. Para 1948, Packard también participa de la ola woody (como el Town&Country de Chrysler y el Ford semejante), station wagons o sedanes enchapados en madera. El modelo 2293 contaba con un motor de más cilindrada, de 288" cúbicas. Los motores de 5.8 litros fueron muy bien recibidos en una era en que la gasolina era más barata que el agua.
  
   Pero el verdadero despegue de Packard —aunque no le valió de nada— llega en el año 1955 —un turning point en la industria automotriz norteamericana–, con un nuevo y bellísimo Clipper, que tiene su punto supremo en el convertible Caribbean, en esquema de ¡tres colores!, con medio timón de barco, cromado y a relieve añadido al logo, y que derrite de admiración a cualquiera (este auto merece un review por sí solo).

Pero las ventas no marchaban bien. Para finales de los 50, con tal de supervivir la crisis, Packard se une a otra compañía que también venía dando tumbos, Studebaker. Es por eso que quienes desconocen esta historia enarcan las cejas cuando se encuentran con un auto etiquetado como Studebaker-Packard (vea en esta misma sección, de manera complementaria, el artículo del Studebaker Commander de 1951). 

Una característica única de Packard: No ha existido jamás una compañia automotriz más creativa en los que respecta a la figurilla que decoraba el extremo del capó.

Fruto de esta fusión es el Packard Hawk Coupe de 1958, que no era otro que el original Studebaker Hawk, sólo que con las letritas cromadas de Packard en lugar de las originales y algún cambiecillo cosmético, vehículo que diseñara el genial Raymond Loewy. Del Hawk de 1958 sólo se vendieron 1745 unidades. Esto, para cualquier compañía automotriz, es el último clavo en el ataúd. Poco después, Packard pronunciaba un irremediable good-bye. Pero así se hace la historia del automóvil. El lema de la compañía era "pregúntale a quien tiene uno", confiando en que la respuesta sobre el coche iba a ser favorable. No podía ser de otra manera. Aunque sin el glamour de los Cadillacs y los Buicks contemporáneos del Clipper '46, éste era un buen coche. Y por eso, no lo hemos olvidado.