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Por Pepe Forte/editor del Canal de Viajes de iFriedegg.com
y conductor de AUTOMANIA, programa radial dominical
de Automovilismo por WQBA 1140 AM,
y EL ATICO DE PEPE por WAQI 710 AM
ambas emisoras de UNIVISIÓN RADIO.


Todas las fotos son del autor

All rights reserved/Pepe Forte ©2013

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La historia de muchos de los pueblos de la Europa continental tierra adentro, pasa por sus ríos. Lo que es el Danubio azul para Budapest, o el Elba para Dresden por citar sólo dos, lo es el apacible Moldava para Praga, una ciudad fundada en sus bancos.

Todo río genera pintores que lo pintan, y músicos que le cantan... como el compositor checo Smetana, que le dedicó una pieza al Moldava. Pero los ríos generan puentes, para lograr la magia de llegar a la otra orilla... como el Carlos, que casa las riberas de este canal fluvial que divide a la ciudad en dos partes adorables.

El Moldava es el río más largo del país; tiene 430 kilómetros de longitud y es regularmente más cuadaloso que el Elba —con el que confluye—, pero menos que el Danubio. En su curso, emplea 31 kilómetros en besar Praga. Nace en la parte checa de los Bosques de Bohemia, pasa por Cesky Krumlov, que es otra ciudad arquitectónicamente adorable de la nación, y atraviesa la capital antes de conectarse al Elba. Como éste, aunque menos frecuentemente, a veces crece y se desborda.

En español se le refiere también como Moldavia; en polaco es Weltawa y en alemán Moldau, mientras que en checo es Vitava, pero el origen del nombre se encuentra en el alemán Wilt Atwa, que significa "agua salvaje".

El visitante de Praga no es que no deba obviar el Moldava, sino que simplemente no puede hacerlo. Una vez que se llega al Puente Carlos y se camina de un lado al otro de él, inmediatamente se enamora no sólo de la obra humana, sino de la de la naturaleza, este río hermoso que cruza bajo sus pies y fluye través de los arcos.

El Moldava está lleno de barcazas, la mayoría dedicadas al turismo, que con su parsimonioso navegar, lo decoran. Hicimos un recorrido a bordo de una de las decenas de ellas que ofrecen este servicio. A bordo de cualquiera de éstas, se aprecia la ciudad y sus bellezas desde el nivel del río, y se disfruta del encanto de pasar por debajo de los varios puentes del Moldava. Nuestra recomendación es hacer el viaje al final de la tarde y contemplar el crepúsculo y la entrada de la urbe en la noche, cuando necesitamos darnos un respiro de la fatigante caminata del día.

Las mágenes de este capítulo del reportaje PRAGA LA BELLA fueron tomadas durante nuestro recorrido en barco por el Moldava en una tarde de septiembre del 2012 hasta el anochecer, y otras, desde un nivel superior, o desde las orillas del río.

 
 
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